Los piratas de la Isla de la Juventud concluyeron en el último escaño de la LXIII Serie Nacional de Béisbol (SNB) materializando la peor actuación en los últimos 31 años y una vez más dejarnos otro capítulo amargo a quienes amamos el béisbol en este territorio.

Aunque no logro acostumbrarme a la idea de declararme perdedor en un deporte que llevo en la sangre y es de mis pasiones, no creo que la pelota pinera viva el peor momento de su historia como dice el amigo Emilio Taberas, reconociendo que la crisis actual llevará mucho trabajo y consagración para resolver.
Lo cierto es que la novena cerró la campaña con una decepcionante actuación de 14 derrotas en los últimos 15 desafíos, lo cual provocó una debacle inesperada y un rendimiento muy por debajo del resto de los conjuntos. Pero, ¿qué pasó en el equipo que acaba de escribir una de las peores páginas en series nacionales?
Si realizamos una rápida radiografía de los filibusteros en la temporada que acaba de concluir para ellos, observaremos que sus números no son nada alentadores, pues sus bates estuvieron moderados con un promedio de bateo colectivo de 265, con 399 ponches y 566 indiscutibles carentes de fuerza al ser los de menos cantidad de extrabases conectados –90 dobles, nueve triples y 17 jonrones para un anémico slugging de 340–, demostrativo que estuvieron aquejados de la baja respuesta de varias de sus figuras.
Desde el montículo la realidad fue infausta, registrando un pésimo promedio de carreras limpias de 8,68 rompiendo el récord negativo que poseían los lanzadores de Citricultores de 8,24 en la XXVIII SNB de 1988-89, sin duda los peores de la serie, además los bateadores contrarios les conectaron para average de 324, con 270 ponches propinados y una cifra asombrosa de 466 boletos regalados, 108 deadball (golpeados) y 83 wild-pitch en 544 entradas y dos tercios de actuación.
Fue el bullpen más discreto de los últimos años, carente de un líder, a pesar de las estrategias del mánager Maikel MacCoy y el entrenador del picheo Jorge Smith quienes brindaron todo tipo de posibilidades en busca de un resultado que nunca llegó. Junto al picheo, la defensa también dejó mucho que desear, se fildeó para 966 con 81 errores cometidos, varios de ellos a la hora clave que incidieron en derrotas.
Sin embargo, los juegos se ganan cuando una escuadra anota más carreras que el adversario, entonces al sumar los 70 choques efectuados, el equipo anotó 268 veces y sus rivales pisaron el home en 567 ocasiones.
Independientemente que casi todo fue gris y negro, de manera individual Dainier Gálvez sigue acaparando titulares, sin dudas es el jugador de más caché en el plantel; José Luis Bring brilló con su juego agresivo y bateo oportuno listo para empeños mayores; Minardo Diéguez demostró los valores que posee como jugador y Luis Felipe Rivera como el buen vino se despedirá del béisbol activo a un hit de igualar la marca de Víctor Mesa (2 172) y a cuatro de entrar al club de los diez primeros en el pasatiempo nacional.
Desde el box, jóvenes como Roberto Rodríguez, Yadier Garay y Erick Valenzuela mostraron su capacidad de sacar el extra en momentos cruciales, mientras el veterano Yunier Gamboa volvió a estar dentro de los máximos ganadores del staff.
Los filibusteros nunca estuvieron completos y eso pudo haberles pasado factura, no obstante su tumba comenzó a cavarse cuando varios de sus atletas causaron baja por diferentes razones y jóvenes figuras con mucho talento salieron al terreno a darlo todo más allá del lugar que pudieran alcanzar, defendiendo con dignidad su propio orgullo como fueron Cristihan Damián Figueredo, Daniel Iván Pérez, Luis Alexánder Morales, Álex Yonathan Figueroa, entre otros.
Pudo haber faltado el picheo eficaz, bateo oportuno o defensa certera, pero no faltó la garra, capacidad competitiva, hidalguía y carácter, con una dirección joven que brindó oportunidades y luchó en aras de la victoria.
Como en cada derrota, vendrán los análisis sobre lo técnico, táctico, estratégico y lo que falló; los descalabros deben asumirse en su total dimensión, pues ayudarán a sanar heridas. Por tanto, todo el esfuerzo deberá destinarse a abordar con la seriedad que esta disciplina merece y mirar de cerca la base, enfocándose en lo que puede hacerse a pesar de las dificultades y limitaciones existentes, las cuales habrá que atacar con urgencia.
Otros artículos del autor:
- None Found