No existe regalo mayor

Foto: Yoandris Delgado

Nunca sus vientres acogen a diminutas criaturitas, con seguridad miran con recelo ese privilegio exclusivo de las mujeres de sentir pataditas, movimientos y esa cercanía que se va gestando muy dentro de ellas durante nueve meses y por siempre.

Mientras, ellos se conforman con acompañar, tocar y mirar con esa rareza que se entremezcla con ternura hasta que llega el bendito día en que el alma se les estremece y el orgullo se les agiganta porque al fin… son papá.

Y esa primera imagen de verlos ya arropados y envueltos en pañal la graban en su memoria para siempre, como para siempre también es ese compromiso que contraen con ellos mismos para educarlos, acompañarlos y quererlos por el resto de su vida porque hasta los movimientos, ocurrencias y sonrisas más leves les roban el corazón.

Sí, es Día de los Padres, en Cuba se celebra cada tercer domingo de junio. Y puede que no resulte tan altisonante como el de las madres, pero ambas festividades tienen connotación porque criar, educar y llevar de la mano por los laberintos de la vida no es oficio  cualquiera.

Muchos de ellos saben de coser y lavar pañales, tirarse en el suelo y gatear a la par de su crío, salir corriendo para no llegar tarde al círculo infantil o la escuela, leer libros e inventar historias de brujas malvadas, poner pañoletas, armar casas de campañas rústicas en  acampadas, acompañarlo a buscar una flor y un caramelo porque su hijo quiere agradar a una niña del aula.

Pero ser papá alcanza otras dimensiones. Conozco, incluso, a quienes no han procreado y disfrutan cada día de un “papi” que lo ha ganado a fuerza de amor y desvelo; a otros no les importan los estereotipos ni los genes, mientras hay quienes asumen solos la educación de sus hijos.

Llega su día y los hijos nos volvemos locos por encontrar obsequios y la mejor manera para honrarlos, pero aunque los sorprendamos con alguno de sus detalles favoritos bien sabemos que no existe regalo mayor que el de nuestra propia existencia.

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Karelia Álvarez Rosell
Karelia Álvarez Rosell

Licenciada en Defectología en la Universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomada en Periodismo con más de 30 años en la profesión.

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