
Junio llega seduciendo; sus caricias son más fuertes el tercer domingo, donde en más de 70 países lo invitan a celebrar, a “cogerse” un minuto y repensar para descorrer esos estereotipos de género en torno a la crianza, y brindar por un Día de los Padres, más inclusivo y equitativo.
La alegría del tercer domingo tiene sus orígenes al concepto católico de la paternidad; en otras doce naciones, inspirados en esa misma tradición, lo festejan como Día del Padre o San José, el 19 de marzo, donde, no solo le ríen al padre biológico, digno de ese agasajo, sino también a quienes han asumido, con responsabilidad, a retoños como suyos, incluso, desde el cuidado de la salud reproductiva, pasando por el embarazo, parto, puerperio, y la crianza.
Con su andar, este día, llega “coloreando” diferentes tipos de familias, estructuras, configuraciones y modelos de paternidades: padres solteros, divorciados, adoptivos, del mismo sexo…u otros, necesarios de visibilizar ante mitos, estereotipos y barreras culturales.
Junio nos coquetea e invita a compartir un trago por esos símbolos masculinos, a veces, renegados a segundo plano, atribuyéndoles estigmas de trabajar mucho y no tener tiempo con sus hijos, cuando ellos son tan importantes en la crianza.
Como mismo las madres son arquitectos claves, ellos también; tal vez no sean perfectos, pero tampoco lo son las mamás porque se aprende en el andar; solo es mirarlos bajo el prisma de compartir la responsabilidad de la educación de los hijos, dígase, inculcarles amor, atenderlos, cuidarlos, protegerlos, educarlos, asistirlos, darles afecto, prepararlos para la vida y disfrutar de las satisfacciones derivadas de una estrecha relación con ellos desde las más tempranas etapas de la vida.
Este domingo no podemos verlos solo como reproducción biológica sino social; deben develarse cintas de algunos ojos, por el bien del cuidado de las hijas e hijos, basado en relaciones afectuosas, responsables, tolerantes y compartidas, no por gusto desde el 2003 se considera al hombre capaz de asumir una licencia por maternidad.
Por eso, no es raro verlos enmarañados entre culeros, pañales y biberones en las consultas de Neonatología, manejando todo con igual destreza que las madres, quienes en el salón de espera los miraban primero con extrañeza, aunque a la altura de más de veinte años, ya la fuerza de la costumbre los sitúa como iguales, como arquitectos claves en la crianza de los hijos.
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