Salvar la casa común (+ Infografía)

Ninas, niños, mujeres, hombres… cantan, bailan, hacen fiesta bajo la lluvia. Era el primer aguacero de mayo. Creo que en la Isla de la Juventud nunca antes, que yo recuerde, se había demorado tanto un aguacero; durante la espera los especialistas anunciaban récord de temperatura máxima absoluta para el mes: 35,3 grados Celsius.

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El estado brasileño de Río Grande do Sul ha quedado devastado por las recientes inundaciones como resultado de una catástrofe ambiental sin precedente; mientras Nepal ha perdido casi un tercio de su volumen de hielo en los últimos 30 años y sus glaciares se derriten un 65 por ciento más rápido esta última década.

Miles de personas han perdido su casa para siempre y se han visto obligadas a emprender un viaje sin retorno porque hoy son más los desastres naturales.

Sí, con el decursar de los años las amenazas se acrecientan, temo por mi subsistencia: cambio climático, calentamiento global, intensas sequías, sobrexplotación de los recursos, deforestación, contaminación por plástico y otras basuras, especies invasoras, consumo irresponsable…

Las proyecciones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente muestran que las temperaturas podrían aumentar hasta 2,9 grados Celsius para finales de siglo, mucho más de lo acordado en el objetivo 1,5 establecido en el Acuerdo de París.

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Los seres humanos voltean la mirada, no me cuidan lo suficiente y hasta buscan otras formas de vida en el cosmos; desde hace décadas emprenden misiones espaciales tripuladas con el fin de adaptar sus cuerpos a las hostiles condiciones del espacio exterior.

Pero soy el único lugar del universo en el cual, sabemos, existe vida. Soy el hogar de millones de seres vivos, por eso más que buscar vida en el infinito deben enfocarse en protegerme.

Océanos, ríos, bosques, desiertos, manglares, entre otros ecosistemas cruciales conforman esta casa común que compartimos con todas las especies vegetales y animales. Solo tengo una certeza: soy el único lugar al que podemos llamar nuestro hábitat natural.

No por gusto este cinco de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, lleva por lema central: “Nuestras tierras. Nuestro futuro. Somos la #GeneraciónRestauración”.

Entonces no me dejen morir, disfruto del trinar de los pájaros que se convierten en melodías para los oídos, el verdor de los árboles, el agua caudalosa y fría de manantiales y ríos, el aire puro que ensancha pulmones…

Todo no está perdido, ahí están los retoños en ese terreno que los pineros nombraron el Pinar del Cine; ahí van empinándose al sol como dando señales de lo bueno, noble y hermoso que pueden hacer los humanos por mí: Planeta Tierra. ¡Sálvenme!

 

 

 

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Karelia Álvarez Rosell
Karelia Álvarez Rosell

Licenciada en Defectología en la Universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomada en Periodismo con más de 30 años en la profesión.

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