Desde las primeras horas del dos de septiembre de 1960, decenas de miles de cubanos llegan en trenes, camiones, ómnibus y automóviles a la Plaza Cívica, hoy Plaza de la Revolución, para constituir la Asamblea General Nacional del Pueblo.
La convoca Fidel para responder a la Declaración de San José, aprobada en Costa Rica el 29 de agosto de 1960 por la Organización de Estados Americanos (OEA), en la última sesión de la VII Reunión de Consulta de Cancilleres.
Raúl Roa García, el Canciller de la Dignidad, denuncia el chantaje de las campañas anticubanas, los ataques, falacias, maniobras y la política agresiva de Estados Unidos y sus acólitos. El servilismo de la mayoría de los gobiernos allí representados conducea la adopción de ese acuerdo lesivo a Cuba.
Junto a la imagen de José Martí, el líder revolucionario entabla un diálogo con la multitud y lee a más de un millón de personas el pliego, cuyo contenido establece las condiciones frente a la OEA.
Y Fidel pregunta a la concurrencia: “¿Qué ha hecho Cuba para ser condenada? ¿Qué ha hecho nuestro pueblo para merecer la Declaración de Costa Rica? ¡Nuestro pueblo no ha hecho otra cosa que romper las cadenas! Nuestro pueblo no ha hecho otra cosa, sin perjudicar a ningún otro pueblo, sin quitarle nada a ningún otro pueblo, que luchar por un destino mejor”.
Propone contraponer a la vil declaración, otro comunicado que denuncia públicamente la injerencia de EE. UU., sus atrocidades y crímenes, además de proclamar el derecho de los pueblos latinoamericanos y caribeños a su liberación y autodeterminación.
El texto reafirma el propósito de los cubanos de establecer relaciones diplomáticas con naciones socialistas; postula el derecho del campesino a la tierra, del niño a la educación, del enfermo a asistencia médica y del anciano a una vejez segura.
Fidel lo somete a la consideración del auditorio y pide sea conocido como Declaración de La Habana, luego lo llaman Primera Declaración de La Habana. Los presentes levantan la mano y durante varios minutos exclaman consignas. Luego continúa Fidel: “Y ahora, falta algo. Y con la Declaración de San José, ¿qué hacemos?”. El pueblo responde: “¡La rompemos!…”. y él la rompe ante la multitud.
El pronunciamiento es un hecho sin precedentes en la historia de Cuba y América. A pesar de los años transcurridos aquel documento todavía mantiene vigentes sus argumentos.
En sus empeños redentores la Revolución hoy está acompañada de muchos pueblos que consideran que un mundo mejor sí es posible.
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