Queda atrás el repicar de los tambores, el sonido del cencerro y de la trompeta china, esa conga que nos recuerda siempre de dónde venimos y hace mover los pies hasta el más arrítmico de los seres humanos.
Queda atrás el repicar de los tambores, el sonido del cencerro y de la trompeta china, esa conga que nos recuerda siempre de dónde venimos y hace mover los pies hasta el más arrítmico de los seres humanos.