Entré a un aula por primera vez a impartir una clase a los 17 años; corrían los días maravillosos del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech. Por la mañana recibíamos docencia, por la tarde la impartíamos, los alumnos tenían nuestra edad ¡Qué manera de crecer tan rápido!
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Premio inmerecido
Los padres disfrutamos como nadie los triunfos de nuestros hijos. Cada logro es motivo de orgullo, admiración y la muestra de que van bien encaminados en su realización personal, pero a veces, los y nos engañamos permitiendo que se vanaglorien con resultados que no son fruto de su intelecto ni creatividad.