¡Y lo hicimos juramento!

Foto: Diego Rodríguez Molina

“Ser Isla de la Juventud/ le pedimos ese nombre/ porque jóvenes conformes/ ya lo hacían en multitud.

“Desafiando a la virtud/ como misión del momento/ fuera orden, llamamiento/ lo importante es que naciera/ llámese así, como fuera/ ¡y lo hicimos juramento!

“Decenas de campamentos/ piden a su Comandante/seguir batalla adelante/ sin que cejaran alientos”.

Así le canta a este aniversario 40 de la proclamación del nuevo nombre en décimas que titula Era motivo, ilusión, Luis Alberto Rosales Peña, hoy jubilado y uno de aquellos movilizados que llegó con apenas 17 años de edad a transformar la segunda ínsula del archipiélago cubano.

“Cómo saber entre cientos/ la fecha en que surgiera/ para que cualquiera fuera…/ Fue de tantos corazones/ que sobraban las razones/ ¡fue un motivo, una bandera!”, prosigue expresando en estrofas este columnista que confiesa ser ya tan pinero como santiaguero de nacimiento, que fue consecuente con el lema enarbolado desde los años 60 de “Jamás abandonaré mi isla”.

“Ya ese nombre caminaba,/ era motivo, ilusión:/ fruto de imaginación/ la juventud lo aclamaba.

“Más y más se apoderaba/ en consignas se escribía/ Mucho ya se repetía,/ como algo consagrado/ y en actos organizados/ en todo ya aparecía”.

A la entonces Isla de Pinos llega el muchacho respondiendo al llamado de la Unión de Jóvenes Comunistas, pocos años después de alfabetizar con solo 10 años de edad, “al asumir la labor de un alfabetizador que enfermó en un barrio del Tercer Frente en la Sierra Maestra y continuar su labor para que no quedaran sin aprender a leer y escribir cuatro campesinos”.

“Al llegar al territorio –relata– formé parte de la Columna Juvenil Agropecuaria en el campamento Constructores del Comunismo, en Pino Alto, cerca de la Ceja y nos dedicamos no solo al desarrollo de la ganadería, sino también a varios cultivos como la papa y el cítrico, en jornadas interminables que luego continuábamos en apoyo a las diversas obras que se construían”.

Entre tantos momentos recuerda como “una las tareas más difíciles pero que asumimos sin flaquear, la que llamábamos 20 por uno, tarea de choque aquí en que había que abrir a pico y pala un hueco de un metro cúbico para sembrar cítrico, era una labormuy agotadora por mi poca edad, pero como el método era atrasadopronto se cambió y por suerte vino otro sistema de plantación, el 100 por uno, más soportable y avanzábamos”.

Afirma que “nunca podrá olvidar los varios momentos relacionados directamente con Fidel” y refiere aquel de “cuando asistí a un evento nacional de Educación y Cultura en que defendí una ponencia de los tecnológicos de la Isla, y él dialogó con nosotros”.

Rememoraluego cuando recibió al Comandante en Jefe en la etapa en que era presidente de la Organización de Pioneros José Martí y le dio la bienvenida en el aeropuerto con una banda de los niños, y la ocasión en que“estando solo en le oficina del Primer Secretario del Comité Municipal del Partido, donde yo era jefe de despacho, UJC, Isla de PinosEducación, Culturél llama, le doy el parte de la producción de la vaca lechera Ubre Blanca:de 109,5 litros… cuando rompe el record de la vaca norteamericana, noticia que recibe con alegría y admiración pues era resultado del desarrollo en la ganadería aquí”.

“Fidel me hace algunas preguntas como lo que comía esa productora de leche –que era solo pasto–, porque siempre estaba al tanto de los detalles”, enfatiza Luis Alberto con ojos humedecidos por tantas emociones vividas a las que prosigue escribiéndole poemas.

Reflexionaque “la proclamación de la Isla de la Juventud hace cuatro décadas fue un acontecimiento popular de enorme importancia, muy vinculado a nuestro líder histórico y que trasciende más con los años”.

“Por eso esta celebración –aclara quien fuera dirigente juvenil y se graduara comoprofesor de Historiaen medio de las transformaciones– no es un recuerdo más ni mera complacencia, sino un alto en el camino recorrido para apreciar la obra lograda, sin dudas un sueño hecho realidad, que nos ha hecho mejores a los participantes y compromete no solo a los columnistas sino a todos, a seguir el llamado de Fidel de continuar desarrollando la Isla, aprovechar las experiencias buenas que tuvimos, retomarlas y  cumplir con él tanto los veteranos como las nuevas generaciones”.

 

 

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Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana. Tiene más de 40 años en la profesión

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