Vicente sigue en el sector de sus sueños

Estudiar Medicina era su sueño, pero enaltecer la labor de Enfermería siempre será su misión. Vicente Mejías Argote tiene 66 años y vive satisfecho de aprovecharlos al máximo. Este hombre de carácter afable, nació en Guantánamo y llegó a la Isla de la Juventud en 1975.

“En 1973 vine de vacaciones y dos años después regreso como parte de una brigada por la Central de Trabajadores de Cuba para dedicarme a la construcción de escuelas y otras edificaciones”.

Una vez aquí, buscó la forma de entrar en el sector de Salud Pública. “Como siempre quise hacerme médico y traté de vincularme a esta rama por alguna vía. Me apoyé en mi madre, quien trabajaba en el hospital general docente Héroes del Baire como ayudante de cocina”.

OPORTUNIDADES APROVECHADAS

“Ocupé una plaza de camillero en la Central de Ambulancias –prosigue–, pasé una preparación para primeros auxilios y empecé por ahí.

“En 1978 abren el curso de Enfermería General para hombres y mujeres; opté por este, obtuve el técnico medio y empecé en la Facultad de Ciencias Médicas hasta reincorporarme al hospital.

“Me gradué en 1980, luego hice la licenciatura. Al concluir comencé a impartir clases a los estudiantes mozambicanos en la escuela Samora Moisés Machel”.

SACRIFICIO QUE SE DISFRUTA

Lleva 45 años en el sector de sus sueños y ha recibido varias condecoraciones. En la actualidad ejerce su profesión en el salón de operaciones de cirugía de mínimo acceso del policlínico Juan Manuel Páez Inchausti, lugar donde se ha ganado la admiración de quienes lo conocen por el cariño y la atención hacia los pacientes, en especial a las personas de la tercera edad, grupo atendido por él cuando dirigió el Programa del Adulto Mayor.

“Cuando tengo un paciente delante doy lo mejor de mí. Esta carrera hay que sentirla, disfrutarla y por encima de todo debe primar el sentimiento humano”, declaró.

Según “Vicente el enfermero”, como lo conocen, quien elija la Enfermería debe sentirlo. “En ocasiones hay estudiantes que la cursan sin estar bien conscientes de su importancia y esta requiere de mucho sacrificio desde el principio hasta el final”.

Sugiere retomar en las escuelas los círculos de interés sobre Salud Pública, para motivar y preparar a los interesados acerca de esta especialidad, sus exigencias y regocijos.

SORPRESAS EN LA PROFESIÓN

Como amante de su profesión, va más allá de un enfermero; es también excelente padre. “Si no he salido de misión es porque no he podido. Las primeras propuestas se me hicieron cuando mi hijo estaba pequeño y me encontraba solo a su cuidado, pues mi esposa había viajado por problemas familiares y después las rechacé debido a mi edad, no obstante, hubiese prestado colaboración contra la pandemia, pero no pude por ser de riesgo”.

Sin embargo, no se cruzó de brazos. “Durante el aislamiento social –confiesa–, realicé pesquisas y ayudé en todo lo necesario porque aún tengo disposición”.

Para Vicente este sector le dio mucho más, en él conoció a su esposa, con quien lleva 40 años de matrimonio; para mayor satisfacción su hijo Ronny cursa exitosamente el tercer año de Medicina y su aspiración es ser cirujano.

“Como yo, él siempre tuvo muy claro la profesión de su preferencia, desde chiquito me decía: ‘Papá yo quiero ser médico…’ y hoy estoy seguro de que llegará adonde yo no pude”.

(*) Estudiante de Periodismo

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