Verano de trabajo para los forestales

Fotos: Archivo

El 21 de junio, coincidiendo con el comienzo del verano, Cuba celebra el Día del Trabajador Forestal, también llamado aquí Día del Árbol, que adquiere mayor dimensión hoy como parte de una gestión multisectorial y comunitaria que se integra con nuevos retos a la estrategia cubana para hacer frente al cambio climático.

Especial significado adquiere la fecha en la Isla de la Juventud, donde los dirigentes, técnicos y obreros de este frente aplauden y festejan con satisfacción, pero, a la vez, comparten grandes retos y desvelos.

La jornada, desarrollada desde la última semana, termina este miércoles, entre otras iniciativas, con actos en centros del sector para estimular a trabajadores y colectivos destacados y conferir la distinción Álvaro Barba Machado a afiliados con larga y fructífera trayectoria en una rama que sitúa al ultramarino Municipio con la mayor cobertura boscosa en la nación.

De hecho la región duplica esa superficie en Cuba, hoy con alrededor del 26 por ciento, el cual coloca al país entre los punteros en el mundo y América Latina, con un crecimiento forestal sostenido en el último medio siglo.

La tala indiscriminada y la conversión de grandes extensiones forestales en áreas de cultivo (incluida la caña de azúcar) y la ganadería durante 500 años de colonización europea y alrededor de sesenta años de dependencia a EE.UU. deprimieron esa superficie arbórea, que a partir de 1959 aumentó del 14 por ciento a más del 20, como resultado de una intensa labor de reforestación acometida por la Revolución.

De acuerdo con estudios, el área pendiente que tiene aptitud forestal permitiría alcanzar aproximadamente el 28 por ciento de la superficie del país, considerando la incorporación de especies arbóreas a las áreas urbanas, agrícolas y ganaderas, para la conservación y rehabilitación ambiental.

UN ALTO PARA HACER MÁS

El Día del Trabajador Forestal constituye buen momento para festejar logros indiscutibles, a los que hay que agregar la ardua etapa de recuperación, que tarda años, de parte de los daños del huracán Gustav en el 2008.

Pero los hombres y mujeres del sector aquí no se conforman con eso, también convierten este día 21 en ocasión para la reflexión en aras de dar mayor aliento a la necesaria tarea de crecimiento de la cobertura verde.

Ya no sólo se trata de fortalecer la pureza del entorno, evitar la degradación de pobres suelos de esta segunda ínsula cubana y preservar las fuentes hídricas, sino también de contribuir a disponer de más madera, que en buena medida hoy importa la nación, incrementar frutales y asegurar planes futuros, como la generación de parte de la electricidad a partir de biomasa forestal, conformada por residuos forestales y el fomento de bosques energéticos.

Son elocuentes los avances del territorio en el manejo y protección a las referidas áreas, el apoyo de los estudiantes mediante los bosques y jardines martianos, así como en la formación vocacional sobre la cultura ambiental, pero queda mucho por hacer para extender y fortalecer, por ejemplo, las fincas forestales integrales, mejorar sus aportes, asegurar superior campaña de siembra a finales de año, captar jóvenes para estudiar carreras afines y mantener las franjas hidroreguladoras de ríos y presas.

ESTRATEGIA Y POTENCIALIDADES

El programa territorial perspectivo abarca, asimismo, acciones preventivas sistemáticas para disminuir y eliminar incendios forestales y sus efectos en esos ecosistemas que sustentan la vida y exigen mayor responsabilidad.

La experiencia acumulada confirma el acierto de la activa participación de colectivos agropecuarios como Forestal, Tabaco y Flora y Fauna, junto a entidades de Educación, Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Recursos Hidráulicos, el sector cooperativo-campesino y el Cuerpo de Guardabosques, entre otros, junto al protagonismo popular desde sus comunidades.

Por esa vía la reforestación no sólo crece a un ritmo de 700 hectáreas anuales, sino que también se garantiza con calidad y elevada supervivencia, por encima del 90 por ciento, a partir del fomento con especies autóctonas y que más se desarrollan en estos suelos, desde los tradicionales pinos hasta eucalipto, maderas preciosas, acacia, casuarina, mangle y bambú.

Sobresalen en tal sentido las experiencias en la reconstrucción y enriquecimiento de los bosques naturales de coníferas y el proyecto de desarrollo en los pinares de La Cañada, en base a la regeneración natural.

Desde el año 1959 han sido reforestadas aquí más de 12 000 hectáreas, como parte de la estrategia cubana, que a diferencia de otras latitudes, no sólo repone lo talado cada año, sino que incrementa y diversifica el patrimonio forestal, como parte fundamental del equilibrio ecológico, la generación del oxígeno atmosférico y el desarrollo sostenible.

No obstante lo alcanzado, los colectivos al sistema forestal pinero insisten en la necesidad de aprovechar mejor los recursos y potencialidades del bosque, como la resina de pino, renglón exportable que por diversas razones dejó de acopiarse, modernizar la industria procesadora de madera y extender el llamado silvipastoreo, que armoniza el desarrollo forestal y ganadero.

 

Comunidades como Cocodrilo se integran cada vez más al desarrollo foresta y cuidado de los bosques

 

Isla de la Juventud está entre los territorios del archipiélago cubano con mayor índice de boscosidad, ya por encima del 56 por ciento de su superficie

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Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana. Tiene más de 40 años en la profesión

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