Venta de gas licuado, un dilema a resolver

No se puede vivir solo de vegetales, hortalizas y frutas crudas, es un hecho; al menos, en nuestra cultura. Necesitamos cocinar los alimentos, y en tal sentido el gas licuado se lleva las palmas. Pero… con frecuencia su adquisición se dificulta más de lo que debiera, sobre todo si tenemos en cuenta el precio actual de una balita; y como ocurre con cualquier servicio, si uno paga más espera una mayor calidad; si no en el producto al menos en su forma de distribución.

Supuestamente, se acabaron los ciclos; o sea, ya el gas no le toca a usted cada tantos días. Puede comprarlo cuando se le acabe. En otras palabras, viene a ser como si estuviera liberado. Entonces, ¿a qué continuar con la misma papelería de antes? Se pide el comprobante de cada balita y resulta imprescindible su concordancia con la presentada ahora; se anota en la Libreta del Consumidor, otros datos van a un torpedo donde asientan, inclusive, el número del carné de identidad; allí debe usted firmar.

Y toda esa parafernalia (además de nasobuco, al sol y guardando la distancia social) heredada de cuando la misma balita valía siete pesos, hace que las ventas continúen siendo tan demoradas como antes de la covid-19. Y la gente –con mil cosas por hacer en otros lugares– pierde un tiempo precioso para anotarse o recibir un número, el cual le da derecho a comprar al día siguiente.

Todo un río revuelto que bien aprovechan algunos con licencia, o no, para “hacer el favor” de comprar el gas y llevarlo hasta el domicilio a quienes por razones de trabajo no lo pueden hacer, a personas ancianas, enfermas o incapacitadas de una u otra forma para realizar tan engorrosos trámites por sí mismas.

Dicha asistencia está recargando a esas personas necesitadas con otros “50 pesitos”, además de los 180 que ya vale la balita porque, según estos cuentapropistas: solo les permiten comprar el gas a tres personas por jornada. Y con 50 pesos por cabeza, gimotean, no les alcanza ni para acercarse al salario mínimo establecido a partir del Ordenamiento Monetario. Falso. Multiplique y verá.

Varios organismos están de a firme luchando por disminuir trámites engorrosos que obligan a largas colas, a perdederas de tiempo para decirlo en buen cubano; y lo están logrando.

Planificación Física y el Ministerio de Justicia encabezan esta vanguardia, proa rompedora de rémoras burocráticas heredadas de muy antiguo. Y uno se pregunta: ¿no podría hacer lo mismo la empresa distribuidora del gas licuado? ¿No podría, al menos de forma experimental, suspender por un tiempo los múltiples controles que se continúan llevando para algo tan simple como entregar el vacío, pagar y recoger el lleno? Reloj en mano, esto no lleva más de cinco minutos. Y en media jornada, ni siquiera haría falta un día completo, se expende todo el gas que llega a un punto de venta.

Cambiar el método no sería el único beneficio. Otra de las secuelas desaparecería: justificarse con tan largas colas para cobrar 50 pesos por el servicio a domicilio.

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