Vacunas y soberanía IV: Ingeniería de las vacunas cubanas

Cuba desarrolla de manera acelerada cuatro proyectos vacunales contra el coronavirus. Foto: Ahora.

Cuba desarrolla de manera acelerada cuatro proyectos vacunales contra el coronavirus. Foto: Ahora.

Hace meses que es noticia en Cuba que estamos generando nuestras vacunas a partir de plataformas ya creadas. Los centros generadores de tales proyectos trabajan asociados, intercambiando experiencias y saberes, y también compitiendo, como se debe hacer en una sociedad que trabaja para el bien de todos. Cualquier grupo de los que participa será feliz por el triunfo del otro, porque lo que importa es el bienestar de toda la sociedad. Obviamente será también muy feliz si su propio candidato vacunal es exitoso.

Se ha comentado que nuestras vacunas todas se basan en un antígeno clave del virus de la COVID 19: las moléculas constituyentes de las espigas (“spikes”) exteriores del agregado que conforma el virus. Este complejo molecular se denomina como RBD, a partir de la sigla en inglés de “receptor binding domain”. También hemos conocido que los adyuvantes son sustancias que aumentan la efectividad de las vacunas. Su uso es una práctica común de esta “ingeniería”, incluso para lograr vacunas contra diversas enfermedades simultáneamente.

El Instituto Finlay de Vacunas (IFV) es una institución que ha crecido a partir del éxito en los años 80 del pasado siglo con la primera vacuna del mundo contra el meningococo B. La actual dirección tiene otro importantísimo éxito en su aval, en este caso desde la Universidad de La Habana (UH), con la primera vacuna sintética comercial del mundo. Esta se puso en práctica a principios de este siglo contra el “haempphilus influenzae”. El IFV trabaja ahora al menos en dos candidatos vacunales conocidos como SOBERANA 01 y SOBERANA 02. Los antígenos RBD de ambas son variantes tratadas químicamente de las espigas del coronavirus.

El antígeno de la SOBERANA 01 está basado en el RBD producido a partir de células vivas de mamíferos en las que se ha introducido ADN con los códigos para que produzcan las moléculas que se desean. Por eso se denomina como RBD “recombinante”. La gran ventaja es que se trata de moléculas idénticas a las del virus pero que se han obtenido sin la intervención de esta dañina entidad y de forma muy eficiente e inofensiva en nuestras plantas industriales para ello en el vecino Centro de Inmunología Molecular (CIM). Este tiene una larga experiencia en estos menesteres y una proverbial disposición a potenciarse mediante la colaboración.

El RBD se ha transformado con métodos químicos de laboratorio muy avanzados para duplicarlo en una misma estructura. Se trata así de una forma llamada “dimérica” que en las pruebas preliminares resultó ser más estimulante para el sistema inmunológico. En pocas palabras, es más inmunogénica que la forma simple, llamada “monomérica”.

SOBERANA 01 contiene además proteínas que son antígenos inofensivos de la membrana externa de la temida bacteria del meningococo conjuntamente con hidróxido de aluminio como adyuvantes. El antígeno del meningococo ayuda a “provocar” la generación de anticuerpos. El hidróxido de aluminio es inocuo, pero hace más larga la presencia del antígeno y les da más tiempo a nuestras defensas para reaccionar. El interés en la efectividad de una vacuna radica en que provoque que generemos los anticuerpos (inmunogenicidad) y que estos sean los que disparan las acciones de defensa contra la COVID 19 (inmunogenicidad específica).

El antígeno de la SOBERANA 02 es el mismo RBD del virus de la COVID 19 pero en forma monomérica. Se busca provocar la respuesta inmunológica del organismo conjugándolo (uniéndolo molecularmente) con otro antígeno muy conocido e inofensivo como adyuvante: el “toxoide tetánico”. Esta sustancia está asociada con las bacterias que producen el tétanos, pero está inactivada químicamente para hacerla inofensiva. Se usa como su vacuna muy efectiva desde hace mucho. Una construcción del RBD con el toxoide crea un complejo que contiene más antígenos específicos. Puede decirse que sería “multimérico”. Deviene así una interesante ingeniería del antígeno con un adyuvante.

El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), una de las instituciones más relevantes de la ciencia cubana, ha generado las otras vacunas. Su historial es trascendental en estos menesteres. Tiene dos candidatos también basados en el antígeno RBD cuyo nombre codificado es CIGB 669 para su aplicación nasal y CIGB 66 para aplicación intramuscular. Sus aplicaciones tienen nombres de “combate” como MAMBISA y ABDALA. Las mambisas fueron las mujeres que se sumaron a las fuerzas del ejército libertador contra la corona peninsular a finales del siglo XIX. Esa denominación fue denostada y hasta peyorativa en la prensa realista de la época. La hacían equivalente a algo así como sería “terrorista”, hoy en día. Sin embargo, cuando las fuerzas de la libertad triunfaron devino en símbolo de sublime militancia. ABDALA es el nombre de una pieza de teatro en poesía de José Martí, su primera y adolescente obra literaria. El héroe Abdala aparece como un joven defensor convencido de su patria, que la antepone a todo otro tipo de intereses personales y familiares. Nuestras vacunas son muestras de soberanía, de lucha por la libertad y de amor a la Patria.

La formulación nasal del preparado CIGB 669 aprovecha la excelente capacidad de permeabilidad de las membranas intranasales. La mayoría de nuestra piel está blindada para que no penetren moléculas de ningún tipo. Pero las membranas nasales no son así. Abarcan una gran superficie muy densa en vasos sanguíneos y muy permeable, lo que las convierte en una vía muy atractiva para medicar. Esta ruta también está seleccionada naturalmente para generar algunos anticuerpos muy neutralizantes y en el mismo lugar que es la ruta de entrada del virus.

Su RBD está acompañado como adyuvante con otro antígeno que se usa en la probada “HeberNasvac”, la vacuna contra la hepatitis B crónica que se administra también por vía nasal. Se trata de su nucleocápsida, que es como suele llamarse al complejo molecular central en una partícula de virus. Los virus no son células, pero si suelen tener esta suerte de “núcleo”. El “HeberNasvac” es la primera vacuna terapéutica en el mundo contra una enfermedad infecciosa crónica. Esa plataforma está patentada por el CIGB para sus vacunas. En el mundo sólo hay otra vacuna nasal en el mercado, la FluMist y Fluenz Tetra (según sus aplicaciones en los EEUU y Europa) y se usa contra la influenza. Tiene las ventajas de no ser invasiva y poderse aplicar aún en condiciones higiénicas precarias, como pueden ser las de muchos lugares de este mundo tan dispar.

A diferencia de las vacunas del Instituto Finlay de Vacunas, la nucleocápsida adyuvante del CIGB 669 es recombinante y se produce en un medio de cultivo típico. Su RBD, también recombinante, del CIGB se produce en una levadura. MAMBISA es en realidad un procedimiento que consiste en combinaciones de dosis de los dos candidatos vacunales del CIGB. ABDALA es solo intramuscular con el candidato CIGB 66.

El éxito de una vacuna como medicamento es necesario demostrarlo antes de la aplicación masiva. Para ello existen procedimientos. ¿Cómo se conoce la más indicada y efectiva? ¿Cómo se está trabajando para probar las vacunas cubanas en tiempos en los que un solo día de retraso de la aplicación puede costar una vida?

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