Una sola Revolución

Foto: Archivo

“¡Ciudadanos, exclamó, hasta este momento habéis sido esclavos míos. Desde ahora, sois tan libres como yo. Cuba necesita de todos sus hijos para conquistar la independencia!”

Así les habló Carlos Manuel de Céspedes del Castillo tras el repique de la campana en su ingenio La Demajagua, al convocarlos a luchar por la redención de Cuba.

El abogado de pensamiento avanzado no vaciló en lanzar el grito de ¡Independencia o Muerte!, esa alborada del diez de octubre de 1868, al hacer pública la base ideológica de la contienda y liberar sin condiciones a sus esclavos.

Hacendados manzanilleros escucharon sus razones plasmadas en el Manifiesto del Diez de Octubre: “(…) Cuando un pueblo llega al extremo de degradación y miseria en que nosotros nos vemos, nadie puede reprobarle que eche mano a las armas para salir de un estado tan lleno de oprobio (…)”. El documento devino programa de la Revolución del ’68.

Tal fue el ímpetu del patricio bayamés y sus seguidores que incendiaron la ciudad de Bayamo antes que entregarla al enemigo. Se les unieron patriotas de otras regiones y en aras de la unión celebraron la asamblea de Guáimaro, en el pueblo de igual nombre, formaron un gobierno único con leyes democráticas, eligieron a Carlos Manuel de Céspedes presidente de la República en Armas, promulgaron la Constitución mambisa del diez de abril de 1869 y crearon el Ejército Libertador. Pero por la desunión Céspedes fue depuesto en octubre de 1873 y murió pobre y solo combatiendo frente a los soldados españoles el 27 de febrero de 1874.

Al fragor de sus cargas al machete los mambises participaron en una prolongada guerra contra el yugo español y por las pugnas, el desaliento, las indisciplinas, el regionalismo y la falta de unidad arrinconaron la Gesta del ’68 en el callejón del Pacto del Zanjón.

Solo la actitud intransigente del Mayor General Antonio Maceo Grajales y de otros Generales propiciaron que la Guerra de los Diez Años no concluyera con la desmoralización del Zanjón, sino en su reverso glorioso: la Protesta de Baraguá.

Aunque finalmente la Guerra del ’68 no alcanzó su objetivo de independencia y abolición de la esclavitud, abrió el camino redentor que prosigue hoy 152 años después, porque como afirmara Fidel en el centenario del estallido: “…en Cuba solo ha habido una Revolución: la que comenzó Carlos Manuel de Céspedes el Diez de Octubre y que nuestro pueblo lleva adelante…, sin la epopeya del ’68 y el ‘95 Cuba no sería independiente y el primer país socialista de América…”.

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Mayra Lamotte Castillo
Mayra Lamotte Castillo

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana; tiene más de 40 años en la profesión.

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