Una medalla a la mujer del hogar

Mi abuela y mi madre han sido amas de casa por casi toda la vida, de hecho muchas de la tercera edad que conozco lo fueron; pudiera decir que de cerca me toca el asunto y las ocasiones que me ha correspondido ejercer ese papel, me enfado en demasía cuando escucho la frase de: “¿Qué has hecho en todo el día?”.

Pues dando una vueltecita por la red de redes –como le suelen llamar al Internet los informáticos de profesión– pude constatar cómo a diario navegan un sinnúmero de post alegóricos al referido tema que, en ocasiones, suelen llamar a la reflexión.

Un ejemplo de ello fue la “pintoresca” conversación entre un contador de banco y su sicólogo: se trataba del típico hombre trabajador que al llegar a casa no hacía más que descansar por haberse pasado todo el día trabajando.

Mientras, su esposa era quien se levantaba temprano para preparar el desayuno, alistar a los niños para la escuela, luego hacer los quehaceres del hogar, las compras, cocinar la cena, ayudar a los hijos con las tareas, acostarlos y acotejar todo para la próxima jornada; y aún así su compañero decía: “¡¡¡Mi esposa no trabaja!!!”.

En mi opinión personal, un total escándalo. Sin embargo, esta es la rutina de miles de mujeres en el mundo, de la cual las cubanas no estamos distantes, menos aún, cuando vivimos en una sociedad heredera del machismo y el patriarcado.

Cierto es que mucho se ha trabajado por eliminar esas riendas, y en ese sentido la Federación de Mujeres Cubanas junto a la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia juegan un papel imprescindible con la especial colaboración de profesionales de diversas áreas de la salud y otros colaboradores.

No obstante, en Cuba y específicamente en la Isla de la Juventud existen todavía féminas relegadas a un segundo plano, cuando ellas cumplen un papel clave en la vida familiar.

Ser ama de casa implica una jornada que comienza desde bien temprano en la mañana hasta altas horas de la noche, una labor que –lamentablemente– no tiene diplomas, vacaciones, licencia por enfermedad, día libre, ni sueldo.

En cambio es un trabajo de 24 horas; ser una mujer del hogar es ser madre, hija, despertador, cocinera, maestra, camarera, niñera, enfermera, trabajadora manual, agente de seguridad, consejera y todavía en algunos cuestionarios hay quien pregunta: “¿Usted es una mujer que trabaja o es sólo ama de casa?”.

Hoy llamo a la reflexión de aquellos que las pasan por alto en el día a día sin reparar un segundo en cuán agotador e importante pude ser su quehacer.

No las humille o desprecie, puede tratarse de la abuela que de manera incondicional cuida a sus nietos o la hija que vela por un padre enfermo. Aprécielas ya sea su esposa, madre, abuela, tía, hermana, hija… porque su sacrificio es invaluable.

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Casandra Almira Maqueira
Casandra Almira Maqueira

Licenciada en Estudios Socioculturales en la Universidad Jesús Montané Oropesa, Isla de la Juventud

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