Un parquecito para mi príncipe enano

–¡Mamá, mamá, vamos al parquecito!– me dice mi pequeño de tres años un fin de semana tras otro, pues le divierte muchísimo montar en el columpio que sobrevive en ese lugar dedicado a los niños, un espacio prácticamente en ruinas, pero capaz aún de dibujar sonrisas en los rostros infantiles.

Él, inocente y nosotros sus padres, angustiados por el grave deterioro del sitio (el único en La Fe), con los muros derruidos y tubos oxidados que un día formaron parte de cachumbambés, tiovivo, columpios y el caracol para trepar, sin mencionar los bancos para sentarse y en el enyerbamiento del área.

Y lo más triste del asunto es su generalización, o sea, una problemática latente en casi todos los consejos populares donde existen o existieron estos parquecitos tan gustados por los infantes, como en el reparto Juan Delio Chacón, Abel Santamaría, La Demajagua, entre otros, lo cual refleja el abandono por parte de la Empresa de Servicios Comunales, encargada de estos sitios.

¿Se necesita un alto presupuesto para la reparación y mantenimiento de estos espacios? ¿Son tan costosos la pintura y otros recursos para su subsistencia y para construir nuevos aparatos? Sin dudas, es un tema sensible para la mayoría de los padres, abuelos y tíos que reclaman la intervención en estos lugares que para los niños significan tanto, además de proporcionarles divertimento para el juego y la socialización.

La cuestión es preocupante, lo antes mencionado es sólo una parte de un mal mayor, pues al reflexionar acerca de las opciones recreativas disponibles para los peques en la Isla, comprendo a aquellos que se quejan diciendo: “aquí no hay un lugar adonde llevar a los niños”. Muy escasas propuestas sustentan sus momentos de diversión, más allá de las actividades convocadas por instituciones escolares y organizaciones y programas comunitarios.

Mencionar el conocido parque infantil Los Pineritos (Caballitos) es penoso, pues aún está cerrado. Han pasado 10 años y aunque en la actualidad se trabaja (muy lentamente por falta de financiamiento, materiales, equipamiento…) para culminar esa obra, la mayoría se lamenta por los años perdidos y la inevitable duda de su fecha de reinauguración.

Otro lugar que da tristeza es el zoológico municipal, donde solo quedan alrededor de cinco especies y su estructura está muy deteriorada, sin dejar de señalar que pertenece también a la Empresa de Servicios Comunales. Se desaprovecha un espacio tan atractivo, donde pueden observarse leones, cocodrilos y monos, además de corretear en el área verde y disfrutar en familia.

Por suerte para ellos, ya tienen un hermoso teatro: La Toronjita Dorada, en el cual los fines de semana, desde su reapertura el pasado 27 de diciembre, La gruta, la Carreta de los Pantoja y Tijo realizan espectáculos que devuelven sueños y fantasías.

El sistema de Casas de Cultura, Artes escénicas, Plástica, las bibliotecas y librerías proponen sistemáticamente actividades infantiles, en sus respectivos locales o en parques céntricos como el de Los Hexágonos, así como en áreas del bulevar en Nueva Gerona, aunque la realidad indica que todavía no satisfacen las necesidades y gustos de los “peque”, lo cual apunta a la proyección de nuevas dinámicas y a la concientización de padres y familiares de llevar a los hijos, nietos y sobrinos para que participen de esas funciones.

Es cierto, en el Municipio hay escasos lugares dedicados a los que son la esperanza del mundo. Avancemos entonces en las propuestas existentes y confiemos en la terminación de parquecitos, Los Pineritos, el Museo de Historia Natural y su Planetario, el zoológico y soñar con un acuario ¿por qué no?, si somos una isla rodeada de agua.

Hagamos de su infancia una etapa que recuerden con amor, pues los príncipes enanos quieren jugar y recrearse, démosle un castillo repleto de diversiones.

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