¡Un monumento moral!

En la clausura del Noveno Congreso de los Comité de Defensa de la Revolución, una delegada comprometió a todos los que sentimos por Cuba. “¡Construyámosle un monumento moral!”, exclamó refiriéndose al líder de la Revolución, quien como voluntad nos dejara no emplazar nada que significara un culto a su personalidad.

Sin embargo, no pocos desean ver a un busto de Fidel junto al de Martí en cada rincón de la Patria. Mas, como dijera el Apóstol “las grandes personalidades, luego que desaparecen de la vida, se van acentuando y condensando; y cuando se convoca a los escultores para alzarles estatua, se ve que no es ya esto tan preciso, porque como que se han petrificado en el aire por la virtud de su méritos, las ve todo el mundo.”

El cónclave se celebró cuando más de un mes había transcurrido desde que el 13 de agosto, coincidiendo con el natalicio del Comandante en Jefe, comenzara en todo el país la consulta popular del Proyecto de Constitución de la República.

La cederista, quizás sin saberlo, nos inspiró. La idea de construir ese mausoleo a Fidel desde la espiritualidad trascendió el ámbito de la cita y quedó impregnada en cada cubano como muestra sublime de su significado.

En lo adelante, el proceso de consulta acentuó su matiz revolucionario al generarse opiniones cautivadas por la vigencia de su pensamiento, por el “cambiar todo lo que debe ser cambiado”, por la construcción colectiva de la sociedad mejor. Fidel estaba en cada barrio, centro de estudio y trabajo, ojeaba con desvelo el tabloide, sugería un cambio para bien, pedía explicaciones a los dúos que conducían el debate.

Los más de ocho millones de cubanos participantes en este evento inédito nos volvimos escultores de la tamaña y decorosa estatua a levantar. Captamos lo más avanzado de la ideología marxista, leninista, martiana, fidelista y lo agregamos al texto de una forma tan nuestra como la preocupación porque todos aportemos a la vida en sociedad.

En la pasada sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular se sostuvieron fructíferos debates. Nuestros diputados recurrían una y otra vez al ideario del mayor estadista cubano, que no pierde vigencia, para emitir sus criterios sobre la Carta Magna, aprobada luego unánimemente.

Por estos días nos sorprende a los más jóvenes, a los que lamentamos no haberle visto más seguido y de cerca, las imágenes de un discurso suyo que nos convida a ganar la batalla del 24 de febrero, porque como él dijera estamos defendiendo los mismos principios.

Es este domingo un nuevo Grito de Baire, las cornetas mambisas vuelven a sonar para anunciar la carga al machete por la dignidad, la justicia social, el internacionalismo, la paz, el amor, la idiosincrasia, la familia, los discapacitados, la economía… Degollaremos las bajas pasiones para enrumbarnos a la construcción de una sociedad cada vez más equitativa.

Votar Sí significa, además, colocar la primera piedra de ese monumento moral que solo Fidel merece. Como él advertía en 1959 “no pensemos que de aquí en adelante todo será fácil”, habrá que luchar contra la mercantilización de los sentimientos, la apatía, la indolencia, las incomprensiones, pero con claridad meridiana y seguridad en la victoria final. Volquémonos todos en levantar inmensa esa estatua al Comandante en Jefe: la nueva Constitución, cuyo mármol no es otro que la entrega profunda e incondicional a la obra de la Revolución.

(*) Colaborador

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