Por Martín Rodríguez Rodríguez (*) ¡Qué vileza! Mancillar con algún residuo inmundo al pensador más profundo que Cuba supo engendrar. La respuesta fue lavar la dignidad ofendida, y con voz enardecida dar al amigo sincero la ofrenda de un pueblo entero para redimir la herida. Viril, a temprana edad rehusó vivir de rodillas, y […]