–¡Corre, corre, entró duralgina! –Márcame, voy al consultorio primero a buscar una receta. Escucho mientras camino por el mercado Abel Santamaría y una de las mujeres, con cartera debajo del brazo, apresura el paso para llegar a la farmacia ubicada en uno de los espacios del complejo gastronómico-comercial y que lleva igual nombre.