Rutinas que el cuerpo agradece

Aida y Eugenia (de izquierda a derecha) se sienten “en talla”.

Detenernos en el tiempo nunca ha sido una opción; por ello ante la irrupción de la pandemia nos replanteamos nuevas formas de hacer para enfrentar el aislamiento preventivo que impone, en especial a los adultos mayores como sector vulnerable.
A pesar de las limitaciones para disfrutar de las prácticas en conjunto muchos implementaron cambios en el uso de los espacios de sus viviendas en pos de favorecer la actividad física.

Cada mañana –de lunes a viernes– un delicioso café da la bienvenida al “profe” Roiber Alarcón, a quien aguardan Aida Soto y Eugenia Oliva, de 66 y 72 años, respectivamente. Medidas higiénico sanitarias, distanciamiento y toma de tensión arterial anteceden la dinámica, vinculada en esta oportunidad a trabajar la coordinación y respiración, motivo por el cual excepcionalmente prescindirán del nasobuco.

Tras el acondicionamiento del cuerpo el licenciado en Cultura Física –perteneciente al combinado deportivo Irene Hernández, en Sierra Caballos– explica la importancia de cada rutina.

“Es usual que las personas dediquen mucho interés a lo que comen, a la hidratación, a dormir las horas necesarias… y obvian el proceso respiratorio, el cual no solo consiste en llenar los pulmones de aire, sino que el oxígeno absorbido llegue hasta la última célula”, aclara Alarcón.

“Nuestra principal fuente de energía es la respiración y al tratarse de una acción mecánica la descuidamos. Al inhalar de manera correcta se oxigenan las células, mientras al exhalar desintoxicamos al organismo. Hacerlo de forma adecuada redunda en una sensación de bienestar sumamente beneficiosa para el organismo y la armonía mental”.

Un método sencillo que aplica en sus practicantes es que al tomar aire la barriga va hacia afuera y cuando se expulsa el ombligo va hacia adentro –siempre de manera profunda, lenta y por la nariz–.

El ejercicio es salud, vida, elegancia y ricurancia constituye el lema que defienden las mencionadas vecinas de calle 43 entre 28 y 30, en Nueva Gerona. La mayor de ellas –anfitriona–, manifiesta que al vivir sola “valoro mucho la hora de ejercicios, es el momento del día que más espero, pues el profe es muy paciente, carismático, siempre nos motiva y permanece alegre; eso nos contagia y el cuerpo lo agradece”.

Mantener la presión a raya, antes y después de cada rutina, es esencial.

Aida, por su parte, refiere que en menos de un mes ha notado una mejoría tremenda: “La presión se me ha controlado, cuando termino cada sección me siento relajada, sin estrés, activa y lista para asumir el día con el entusiasmo y la positividad que trasmite el profe. ¡Es lo máximo!”

Ambas dicen no al sedentarismo y coinciden al reconocer que “las clases son una oportunidad para aprovechar el tiempo de otra manera, además de una especie de risoterapia; en los minutos de recuperación aprovechamos para tirar algún que otro pasillito, innovar en distintos movimientos o intercambiar cuentos”, claves de un envejecimiento saludable, activo y feliz.

Innumerables son las ventajas de estos encuentros: les ayudan a afrontar esta etapa de la vida con optimismo, mejorar su estado anímico, el equilibrio, la circulación de la sangre, reducen el estrés, el deterioro cognitivo, el insomnio, les fortalece la autoestima, disminuye el riesgo de sufrir depresión

Según la Organización Mundial de la Salud sería recomendable para los adultos realizar al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada y si desean obtener beneficios adicionales para la salud es posible incrementar el tiempo de ejercicio hasta 300 minutos.

Con el juguito natural llega el refrescante fin del encuentro entre Eugenia, Aida y Alarcón. Se despiden deseosos de próximas jornadas, esas experimentadas a diario con rutinas sanas que el cuerpo agradece.

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