Rogelio García: Las manos prodigiosas de Cuba eran las de Juan Castro

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Pinar del Río, 15 jun (ACN) Pocas veces en la historia del béisbol mundial un elenco ha podido contar con una batería de élite, y en la provincia más occidental de Cuba el dúo Rogelio García- Juan Castro escribió gloriosas páginas, tanto en su terruño como vistiendo la franela de las cuatro letras.

El pícher García recuerda a su compañero, fallecido este domingo víctima del cáncer a los 66 años de edad, con la nostalgia de quien añora la adrenalina de aquellos tiempos y afirma que por sus manos prodigiosas y habilidades “no ha nacido, ni nacerá, un receptor como él”.

1506-rogelio-garcia2.jpgA veces me decía “tira lo que tú quieras”, y entonces yo acudía al tenedor, difícil de recibirlo; pero él no era un receptor que mascoteaba ni mucho menos; él fildeaba los lanzamientos, incluso los de más de 95 millas, aseveró en declaraciones exclusivas a la Agencia Cubana de Noticias.

Teníamos una confianza extrema. En tres y dos me indicaba: Tíralo para el piso, y no pifiaba el lanzamiento, apuntó el Ciclón de Ovas, recordado por su destreza para ponchar a los adversarios, con poco más de dos mil 500 estrucados.
Rememoró los comienzos de ambos, allá por 1976 con los Vegueros, una unión que se mantuvo hasta el punto de retirarse juntos del béisbol activo, en 1989.

Julita Osendi (periodista cubana) lo dijo en ese momento, que sería la primera y la única batería en Cuba que se retiraría unida, y así mismo fue, precisó el serpentinero derecho, autor de un tenedor muy temido.

Para muchos especialistas Juan Castro constituye el mejor cátcher defensivo de la pelota cubana y Rogelio García se considera afortunado de disfrutar de su amistad dentro y fuera del terreno de juego.

En ocasiones era un poco caprichoso, pero siempre quedábamos en lo mismo; el 99. 9 por ciento de las veces que salía a lanzar y él estaba detrás de home, me sentía seguro.

“Cuando pases del tercer episodio a ti no hay quien te gane”, me estimulaba, y la mayoría de los partidos era así; con él era como estar en casa, remarcó.

Pinar del Río tenía siete lanzadores del equipo Cuba y a todos les decía “tira aquí”; aseguraba que por el movimiento sabía el lanzamiento.

Una de las anécdotas más alegres fue en 1983, en los Juegos Panamericanos de Caracas, Venezuela, porque me indicó: “Ni mires para el dugout, aquí no hay nadie, este es un juego entre tú y yo”.

Y esa fue la victoria ante Estados Unidos- acotó- con el equipazo que tenía, conformado por Mark McGuire, Tino Martínez, entre otros; y una medalla de oro que ganamos.

La historia más triste, el jonrón de Agustín Marquetti en el estadio Latinoamericano (1986). Ya yo tenía calambres en los dedos y no podía lanzar el tenedor y él se encaprichó en que lo tirara. A pesar de saber que no tendría efectividad en el lanzamiento lo hice porque era mi receptor y mi guía.

Luego del juego – en el que venció Industriales- salieron las lágrimas porque sentíamos lo que estábamos haciendo en ese momento por nuestra provincia; pero me dijo: tranquilo, seguimos palante, explicó García.

Conmovido aún por la partida física del amigo, a quien recordará como el gran atleta y el hermano que fue, agregó: Juanito, aquí estamos para seguir ayudando a la familia.

No pudo fildear el cáncer. Que Dios lo tenga en la gloria; siempre habrá un pedazo de su corazón en mí, puntualizó.

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