Respuesta al emperador en el Día Internacional de la Paz

Cuba firmó este miércoles en la ONU el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, horas antes del Día Internacional de la Paz, celebrado cada 21 de septiembre.

Con este paso los cubanos honramos esa jornada establecida en 1981 por Naciones Unidas para alentar cada año la no violencia y cesación del fuego a nivel mundial, noble causa a la cual seguimos sumando acciones concretas acorde a una política consecuente y que responde con hechos y la firmeza de su pueblo al agresivo e injurioso discurso del jefe del imperio responsable de la mayor parte de las guerras en el orbe hoy, que ofende a esa casa planetaria.

Me comentaba un vecino en mi barriada de Isla de la Juventud que quien pretende insultar a los cubanos en su primer discurso en la ONU olvida que desde hace décadas la mayor de Las Antillas es símbolo de paz para decenas de naciones, donde miles de cubanos transmiten mensajes de unión y fraternidad, en misiones humanitarias que llevan salud, educación, deporte y cultura, entre otras posibilidades para elevar la calidad de vida de los más pobres.

El estudiante de Medicina Antonio García Toledo, visiblemente contrariado con las palabras del presidente de Estados Unidos, afirmó que a diferencia de sus topas sembrando muerte y destrucción, nuestros profesionales curan el dolor y dan confianza en el futuro.

¿Acaso no sabe el gobernante que perdió el voto popular y es cada vez más impopular que nuestro país continúa recibiendo el reconocimiento internacional por el papel jugado como garante de las negociaciones que culminaron con el silencio de las armas por parte de las guerrillas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) –hoy partido político– y el gobierno de ese país, sembrado de sus bases militares?

Justamente en La Habana, pero en 2014, fue proclamada América Latina y el Caribe como zona de paz, en la II Cumbre de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), conscientes de que no solo era anhelo de sus pueblos, sino también de que la estabilidad de la región contribuye a la estabilidad mundial.

Sobran los hechos demostrativos del apego de los cubanos a la paz y la hermandad, con que también le respondemos al trasnochado emperador.

Por ser víctimas durante años de las amenazas de EE.UU, sus atentados, invasiones, plagas y enfermedades, carencia de recursos (entre ellos medicamentos y alimentos); los cubanos entendemos muy bien la necesidad de la paz y de que los pueblos humildes recobren sus sueños, como ocurrió luego del triunfo de la Revolución.

Como aseveró en el 2015 el Papa Francisco: “Cuba es un archipiélago que mira hacia todos los caminos, con un valor extraordinario como ‘llave’ entre el Norte y el Sur, entre el Este y el Oeste. Su vocación natural es ser punto de encuentro para que todos los pueblos se reúnan en amistad (…) Es la vanguardia de un nuevo diálogo en América, y si sigue así, será la capital de la paz”.

Por ese camino vamos, sin miedo a las amenazas del imperio, cuando ratificamos el compromiso de liberar a la especie humana del peligro que en la actualidad representan los 15 000 de esos medios de exterminio, de ellos unos 1 800 listos para su uso.

Así la comunidad internacional dejó claramente establecido y por supuesto le recordó al guerrerista mayor que las armas nucleares no son solo inhumanas, inmorales y éticamente indefendibles; sino también ilegales.

El primer instrumento multilateral de desarme logrado en las últimas dos décadas es esta iniciativa de la cual es signataria la pequeña nación de un pueblo gigante que responde a Trump sin miedo y armado de inmensa moral, resiste con dignidad su bloqueo que hasta obstaculiza la ayuda de varios países para la recuperación tras el paso del huracán Irma, y eleva la solidaridad tan alto como sus palmas reales.

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Isla de la Juventud
Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana. Tiene más de 40 años en la profesión

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