Privilegio de centenaria

Foto: Yojamna Sánchez Ponce de León

Eloísa Pérez Suárez no tuvo una infancia feliz. No supo lo que era vivir como niña, ni asistir a la escuela. Hasta hoy es analfabeta y a fuerza de trabajo supo ganarse la vida desde pequeña.

Cuando triunfó la Revolución ya había vivido más de cinco décadas, pero igual que el resto del pueblo cubano abrió los brazos a un proyecto que también a ella dignificó.

Este 23 de noviembre cumplió ¡101 años!, privilegio de no muchas personas y cuenta entre los regalos de la vida el haber conocido a Fidel Castro.

“Era un hombre grande y muy bonito”, dice risueña. “También conocí a Almeida, el Che y otros” y queda en silencio, pensativa, quizá remontando su buena memoria, muchos, muchos años atrás, cuando desandaba la Sierra Maestra.

Esposa de José Secundino Serrano, quien alcanzó el grado de primer teniente en la lucha de guerrilla en el lomerío, esta sencilla mujer, fruto de la estirpe de Mariana Grajales, protegió en su casa a no pocos revolucionarios, manera en la que encontró cómo ayudar a aquellos hombres que llevaban grabada en el pecho y la mente la voluntad de libertar el suelo patrio.

“Estoy clarita, me acuerdo de todo. Tengo recuerdos de cuando tenía ocho años. Recuerdo a mis padres, la familia…”.

Madre de nueve hijos, de los cuales solo quedan cuatro vivos, la frágil señora que con el paso del tiempo ha perdido su esbeltez, mas, no su belleza ni la feminidad, pues aún le place maquillarse y “estar linda”, tiene a bien compartir con esta reportera y vecina algunas remembranzas aisladas.

“Cuando triunfó la Revolución estaba en Contramaestre y fue algo bueno para todos. Antes tuve que lavar a pago para criar a mis hijos y con diez años ya encerraba terneros en un potrero de caballería, araba, sembraba, hacía carbón y cruzaba ríos crecidos, la necesidad ‘mija’ ”.

Viviendo en precarias condiciones la Revolución le dio una casa y con su ejemplo logró que los retoños se convirtieran en personas de bien, trabajadoras.

Se prestigia de haber caminado toda Cuba con excepción de Baracoa y Pinar del Río, los cuales al decir de ella “me faltan por conocer”, y aunque vive en la Isla de la Juventud desde hace unos seis años con su hija Dania, quien vino de muy jovencita a rehacer este territorio luego del paso del huracán Alma en 1966, prefiere su bello terruño, el parque y el verde de los árboles.

“Estoy contenta, mi familia vino hoy a celebrar conmigo”, dice en una conversación que llega a su fin, sin un orden lógico, pero que me encantó tener con ella; su abrazo de despedida me impregnó de ternura el corazón.

Como si le quedara algo por decir, expresa resuelta: “Fidel, ese, ese fue uno de los buenos”.

 

Otros artículos del autor:

Fidel Castro
Yojamna Sánchez Ponce de León
Yojamna Sánchez Ponce de León

Licenciada en Literatura y Español en la universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomada en Periodismo

Colaboradores:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *