Primera Declaración de la Habana: respuesta viril

La Primera Declaración de La Habana fue un histórico pronunciamiento emitido por Cuba, en su justa defensa ante la infame Declaración de San José acordada por la Organización de Estados Americanos (OEA) para aislarla y atacarla por su presunta exportación de la Revolución en la región.

Puesta al servicio de Estados Unidos, la OEA y la mayoría de los gobiernos presentes en la reunión de San José de Costa Rica, adoptaron tal decisión lesiva a la isla caribeña, para justificar la futura agresión en la que se le sancionaría por ser supuestamente un instrumento de la Unión Soviética y de la República Popular China, en el continente.

En el cónclave el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, denunció los ataques, falacias y las maniobras yanquis y de sus compinches contra la Mayor de las Antillas.

Los cancilleres de Nicaragua y Guatemala, junto a otros representantes de gobiernos títeres, allí se mostraron muy activos, mientras que, al mismo tiempo, en esas naciones centroamericanas  –cual espada de Damocles– preparaban la invasión de Playa Girón y entrenaban, bajo la dirección de la Agencia Central de Inteligencia, a los integrantes de la brigada mercenaria. No se puede olvidar y dejar de mencionar que el imperio sufrió meses después, exactamente en abril de 1961, su primera gran derrota militar en Playa Girón.

El dos de septiembre de 1960, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz  leyó la proclama ante un millón de personas reunidas en  lo que calificó de Asamblea General Nacional del Pueblo, quienes  aprobaron el documento político en nombre de todos los cubanos, en la hoy Plaza de la Revolución, junto a la imagen y el recuerdo de José Martí.

Fue un hecho sin precedentes en la historia de Cuba y de América, un rotundo triunfo moral y político, pues denunció públicamente los crímenes y la injerencia imperialista, se proclamó el derecho de los oprimidos del continente a combatir por alcanzar reivindicaciones económicas, políticas y sociales, y a desarrollar un programa de lucha popular en América Latina.

La declaración condenó el intento de Washington de preservar la Doctrina Monroe, utilizada hasta ahora, como lo previera José Martí, para extender el dominio en América de los imperialistas voraces y enarboló el latinoamericanismo liberador de José Martí y Benito Juárez.

También ratificó la amistad y solidaridad de Cuba con todos los pueblos del mundo, así como de establecer vínculos diplomáticos con los países socialistas de entonces.

A 58 años de la aprobación de aquel texto, aún se mantienen vigentes sus principales argumentos. En sus empeños redentores la Revolución Cubana ahora está acompañada de muchos países amigos y sus ideas proliferan del río Bravo a la Patagonia, el Caribe y otras regiones.

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Mayra Lamotte Castillo
Mayra Lamotte Castillo

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana; tiene más de 40 años en la profesión.

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