Preguntas e incomprensiones

Rostros muy jóvenes, entre quince y diecisiete años, me colman de interrogantes en uno de los consultorios enclavados en el reparto Abel Santamaría. Unas ya llevan en su vientre una criaturita y esperan por la especialista para su consulta como embarazadas, otras también aguardan por la médico de la familia e iniciar los trámites con vista a la interrupción.

Todas me inquietan, pero en especial dos: una recién quinceañera que luce un rostro malhumorado por los malestares de los primeros meses y el hecho de levantarse temprano, y otra muy risueña, que aun sin salir de la adolescencia ya cargaba su segundo bebé, sin embargo, hablaba de lo bien que hacía su gestación y los deseos de continuar los estudios de doce grado.

Por mucho que intento comprender no lo logro, ¿por qué aun cuando se implementan campañas de educación sexual desde la escuela, que supone un mayor conocimiento en cuanto a la sexualidad; se ofrecen métodos anticonceptivos a precios muy bajos, y enfatiza que evitar es lo mejor, cada vez son más los casos de embarazos y abortos en la adolescencia?

Evidentemente esa carita disgustada corrobora el no estar preparada para una etapa tan sublime y de tamaña responsabilidad como ser mamá, quien no solo lleva a cuesta sus ilusiones sino también los de sus hijos y hasta desvelos; mientras el segundo ejemplo abordado con anterioridad confirma que en la vida no se deben quemar etapas porque suele truncar sueños.

Por lo general son las mujeres quienes deciden si continuar o no con el embarazo, quizás en una buena parte por el empoderamiento logrado, pero ¿estará una menor de edad en condiciones de tomar una decisión de tal envergadura?, ¿traer un hijo al mundo no será una cuestión de pareja?

Hoy el control de la natalidad tanto en la Isla de la Juventud como en el resto del país se centra en la atención primaria de salud, lo cual es una garantía para cualquier procedimiento en este sentido, y en él se incluyen las consultas de orientación y planificación familiar, con la expectativa de disminuir el embarazo no deseado, la mortalidad materna y la infantil.

A pesar de esta fortaleza como también el derecho que tenemos las féminas cubanas de decidir sobre nuestros cuerpos, continúan incrementándose los embarazos y los abortos, sobre todo en las edades comprendidas entre 12 a 18 años.

En lo que va de año sobrepasan los 500, incluyendo los quirúrgicos y los medicamentosos; ello sin contar las regulaciones menstruales, un procedimiento invasivo y doloroso  consistente en aspirar el útero en un plazo de hasta las seis semanas de un posible embarazo.

Mientras los nacimientos disminuyen tales prácticas tienden al incremento. Es cierto que desde 1968 se registran los datos oficiales de aborto en el país y es un libre derecho de la mujer o la pareja decidir sobre su reproducción, lo cual sin duda alguna constituye un logro de las mujeres cubanas en su lucha por el pleno ejercicio de igualdad entre los géneros conquistado desde inicios de la década de los 60, pero…

Así es, llegan los pero porque a pesar de ello no dejan de causar daños –y más a las adolescentes– a pesar de disponer de servicios de calidad. Entonces cabe preguntarse también por la familia, ese  primer ámbito social del ser humano, donde aprende los primeros valores, principios y nociones de la vida.

Es ahí –a mi modo de ver– donde urge aunar esfuerzos, voluntades, confianza, amor… para que florezca la comunicación y esa enseñanza que nos conduzca a sensatas actuaciones como la de no dañar nuestro cuerpo con la práctica abusiva del aborto, menos cuando no se está preparado para llevar una criatura dentro.

 

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Karelia Álvarez Rosell
Karelia Álvarez Rosell

Licenciada en Defectología en la Universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomada en Periodismo con más de 30 años en la profesión.

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