Los procesos naturales o antrópicos (acción del hombre) inciden en la degradación de los suelos, uno de los problemas ambientales en el planeta y que encuentran en este Municipio respuesta en prácticas conservacionistas, ancladas en el programa nacional contra la desertificación.
Hasta la reserva ecológica Los Indios llegó esta reportera para conocer el modo en que los trabajadores pertenecientes a la Unidad Empresarial de Base Flora y Fauna han rescatado de la degradación 115,71 hectáreas (ha), de 285 registradas en 2019.
Una brigada integrada por 15 hombres y mujeres se dedica al manejo armónico y equilibrado del agua, bosque y suelo en este escenario natural con 5 126 ha, cuyas especies florísticas y faunísticas, hábitat y elementos geomorfológicos son de importancia científica, educativa, recreativa y turística para Cuba.
“Las corrientes de agua por lluvias y las trochas cortafuego han impactado algunas zonas, donde ubicamos barreras de contención con troncos de especies invasoras que al descomponerse se convierten en materia orgánica factible para la formación del suelo”, explica José Ángel Osorio, técnico del área.
Mientras acomoda su sombrero comenta que en ese empeño se integran varias acciones: eliminan las plantas invasoras, reforestan los bosques de pinos e incrementan en los contornos la población de plantas como el hicaco y la Eugenia victorini, entre otras medidas para evitar el deterioro del terreno.
“También aprovechamos el guano prieto o marabú para hacer los tranques que cubrimos con pencas de las diferentes palmeras. Es un trabajo paciente, regresamos una y otra vez al lugar hasta que sedimente, porque de la calidad del manejo dependen la protección y el mantenimiento de la diversidad biológica”, apunta.
Significa que este es un ecosistema de sabana de arenas blancas silíceas de origen cuaternario, exclusivas en Pinar del Río e Isla de la Juventud, por tanto, restaurar y rehabilitar los suelos degradados, analizar y evaluar el trabajo gracias al cual han logrado cerca del 70 por ciento de efectividad es importante debido al alto endemismo de su flora y rasgos fisionómicos de la vegetación.
En tanto andamos –pocas veces a la sombra de pinares o galerías de bambúes que crujen al compás de viento, y la mayoría del tiempo al descampado– comenta que en Los Indios desarrollan de forma simultánea varios programas para la protección de algunos taxones (grupos de organismos emparentados y agrupados bajo una misma clasificación) incluidos en la lista roja de la flora vascular cubana.
Agrega que la Zamia pygmaea, casi amenazada, descrita por primera vez en el siglo XIX y presente en Pinar del Río y aquí, se desarrolla en bosques con árboles perennes, dominados por la especie endémica Pinus caribaea, con estratos arbustivos y herbáceos bien desarrollados y pocas plantas epífitas y trepadoras.
“Además, se han encontrado otros ejemplares, al parecer de la Zamia amblyphyllidia, pues entre las características de la planta se aprecia un crecimiento vegetativo superior al metro de altura que, si se confirma, se encuentra en peligro de extinción según los textos consultados”, apunta el entrevistado.
Similar faena realizan en la zona de los manglares, por tratarse de un ecosistema frágil, hábitat de especies que viven en los esteros (desembocadura de los ríos) como el cocodrilo americano (Crocodylus acutus), en peligro de extinción.
Proteger el suelo de la reserva ecológica Los Indios, una de las 77 de importancia nacional, busca preservar la vida de especies endémicas diminutas como las plantas insectívoras y el Paepalanthus Kunth o de su fauna variopinta, donde la comunidad de alados es mayoría.
A pesar de la fatiga, valió la pena desandar diez kilómetros en esta área localizada en el centro occidental del territorio, entre el hotel El Colony, la comunidad rural La Victoria, la Mina de Oro, Punta Buenavista y el Mar Caribe occidental. Nos despedimos con el compromiso de retornar.
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