Con frecuencia suelo decir que casi siempre ando corriendo como nuestra Ana Fidelia Quirot, la llamada “Tormenta del Caribe”. Así, con el corazón agitado llegué al encuentro, pero al escucharlos con tanta locuacidad, verlos con esa alegría y marcadas ganas de vivir, recobré la calma y corroboré la validez de una máxima que decidí llevar en mi segunda adolescencia: olvidarme de cumplir años para empezar a materializar sueños.
Sí, porque envejecer –me falta por llegar a esa etapa, aunque todos vamos camino a ella– tenemos que verlo como esa gran montaña que escalamos y mientras se sube disminuyen las fuerzas, pero la mirada se torna más libre, la vista amplia y serena, como afirmara el guionista sueco Ingmar Bergman.
Los integrantes de la Cátedra del Adulto Mayor de la Universidad Jesús Montané Oropesa son una muestra elocuente de ello y lo aprecié durante el encuentro sostenido esta semana a propósito de la salida del suplemento Edad Plateada, que el Victoria cada año publica en ocasión del Día del Adulto Mayor, el primero de octubre y que esta ocasión fue motivo del intercambio del colectivo periodístico con lectores, entre ellos no pocos de la llamada tercera edad.
Quienes peinan canas, ya no muestran la lozanía de sus años mozos y decidieron salir de sus hogares para cultivarse todavía más en la casa de altos estudios, ejercitar el cuerpo y el alma en un círculo de abuelos o continuar aportando porque les quedan ganas y experiencia y nos continúan dando lecciones de vida.
Para ellos envejecer no es quedar relegado en una esquina de la casa y como bien decía María Verena, Carmen y otros de los presentes, pueden aportar desde la alegría, el conocimiento, la experiencia a esa invitación que hace el Presidente cubano a pensar como país.
El profesor Julio Sánchez, decía durante el intercambio:
Al parecer saben que Máximo Gómez fue nombrado General en Jefe del Ejército Libertador poco antes de cumplir 60 años y por si fuera poco combatió después de esta edad, Miguel de Cervantes escribió la segunda parte de El Quijote con 68 y de la productividad de nuestro Lecuona en la tercera edad.
Estas y otras curiosidades corroboran que envejecer no es sinónimo de enfermedad, y cuán capaces podemos ser a pesar del paso de los años, de ahí que en Cuba y, por supuesto, en la Isla, constituya una prioridad el aumento de la esperanza de vida de cada individuo y también un envejecimiento saludable.
Sin embargo, quedan reclamos y fueron mencionados en el diálogo sostenido este martes tales como concebir espacios recreativos para los encuentros de las personas en esta edad, eliminar aquellas barreras arquitectónicas que les impide acceder a determinado sitio urbano y mayor sensibilidad para los adultos, pues en ocasiones son irrespetados en lugares públicos o en el hogar.
Aunque quede por hacer, de manera general la población cubana y pinera protege y vela por sus ancianos. Yo por mi parte acreciento las ganas de seguirles poniendo sueños a mis años.