A ellos también los toca de cerca, bien porque ha sido la Revolución la que ha puesto en sus manos –como suyos– los recursos para trabajar y ganarse la vida de manera honrada o porque con la sucia política de EE. UU. se les hace complejo adquirir equipos y piezas de repuesto para llevar adelante una labor tan importante para la economía y la alimentación como la pesca.
Por eso los trabajadores de la Empresa Pesquera Industrial Pescaisla se suman al NO firme y unánime del pueblo pinero en contra de la activación del Título III de la Ley Helms-Burton, que pretende recuperar las propiedades malversadas por sus antiguos dueños y que la Revolución puso en manos del pueblo.
Tal cual ocurre por estos días en los diversos centros de trabajo y estudio, los pescadores también reflexionaron acerca de los falsos fundamentos que estrechan aún más el cerco imperial hacia el pueblo cubano, cuyos efectos durante más de medio siglo han provocado pérdidas millonarias al Mayor de los Archipiélagos.
Sigfredo Vega Cardoso, secretario del buró sindical de la empresa, manifestó lo injusto e inhmano de esa política anacrónica que “no doblegará jamás a nuestro país; se trata de recrudecer el bloqueo que afecta a varias generaciones y en especial a nosotros, dificultando la compra de piezas y recursos necesarios para la actividad extractiva y la industria”.
Pescaisla, a pesar de esta nueva patraña que intenta alejar a inversionistas extranjeros e infundir con su maldad otro pensamiento en la comunidad internacional, continuará manteniendo la eficiencia en sus indicadores de producción y calidad en diversos surtidos, fundamentalmente en la langosta, de gran demanda internacional.
Con su labor sustituyen importaciones en el sector del turismo, cubren las demandas de dietas médicas, así como ferias comerciales y pescaderías, espacios a los que accede la población para abastecer sus cocinas con alimentos saludables de producción local.
Al comprometerse a seguir con sus producciones a pesar de las limitaciones, los trabajadores ratificaron su voluntad de redoblar los esfuerzos y la creatividad para burlar el férreo bloqueo yanqui.
En ese sentido recordaron que recurrir a terceros países para adquirir tecnologías más avanzadas ocasiona mayores gastos para la compra y traslado de esos equipos hacia la nación cubana, es algo que golpea mucho a este sector.
Varias intervenciones subrayaron el apego del colectivo a la Ley 80, Ley de Reafirmación de la Dignidad y Soberanía Cubanas, la respuesta a la mal llamada Ley para la libertad y la solidaridad democrática, como paradójicamente denominan a la absurda, ilícita e inaplicable Helms-Burton.
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