Pensar en familia

Foto: Diego Rodríguez Molina

Este Día Mundial de la Población los cubanos podemos convertirlo en momento de satisfacción, de jubileo, pues la nación tiene siempre al ser humano en el centro de sus desvelos y estrategias de desarrollo.

Aquí la celebración el 11 de julio es oportunidad para reflexionar con optimismo sobre disímiles fenómenos, en especialacerca de la temática del 2017: Planificación familiar, para empoderar a las personas y contribuir al desarrollo de los países.

En el mundo unos 225 millones de mujeres que no desean embarazarse, no utilizan métodos contraceptivos seguros, por causas que van desde la falta de acceso a información o servicios, hasta nulo apoyo de sus parejas o comunidades. Más preocupa que la mayoría que no pueden satisfacer su necesidad de contraceptivos vivan en 69 de los países más pobres.

Muy distinta es la situación en Cuba, donde el acceso voluntario a métodos seguros de planificación familiar es un derecho humano, clave para la igualdad de género y el empoderamiento de las féminas en la sociedad.

Sin embargo, desde hace años hay un problema poblacional en la fecundidad, con menor cifra de hijos por mujer, que incide en el remplazo poblacional, para el cual se necesita que tengan al menos una hija.

En Cuba la atención a la salud sexual y reproductiva de hombres y mujeres se basa en el respeto al derecho de las personas a tener el número deseado de hijos y en el momento que lo determinen, al tiempo que ofrece a la familia garantías respecto a la salud, desde antes del embarazo, e incluso  durante y después de este.

Entre los factores que dan confianza a la pareja para traer hijos saludables están precisamente el acceso a servicios de planificación familiar con modernos y seguros métodos anticonceptivos, incluso, al aborto seguro, aunque trata de evitarse por los riesgos que representa, y por supuesto a una educación integral en la sexualidad.

También da seguridad la disminución de la mortalidad materno-infantil, −y en el caso de la materna este Municipio la mantiene en cero−, así como la elevada supervivencia hasta los cinco años de vida y la efectividad de programas de atención general a niños y adolescentes.

Pero más que preocuparse por elevar la fecundidad, hay que ocuparse en adaptar la sociedad a la tendencia demográfica, al “problema” real de un país que se enfrenta al envejecimiento poblacional, para el cual no están creadas aún todas las condiciones en los servicios, aunque se trabaja en ello.

Los países con estas transiciones demográficas avanzadas tienen el reto de articular los aportes y transformaciones en adolescentes con la inversión para el adulto mayor, porque conviven varias generaciones en el ámbito familiar, comunitario, el vecindario, en los servicios de transporte, alimentación, por lo que la clave está en la convivencia armónica.

La reciente estrategia gubernamental para mitigar las consecuencias de la baja natalidad y el envejecimiento fue emitida en la Gaceta Oficial No. 7 Extraordinaria, en febrero de 2017, que modifica los decretos leyes 339 y 340, de 2016, en aras de mayor protección a mujeres vinculadas laboralmente, incluyendo del sector no estatal.

Con la presente ley, la trabajadora se acogerá a la prestación mínima mensual por maternidad, igual o superior al salario mínimo vigente en el país, y si desarrolla el pluriempleo, recibirá la prestación económica y social de ambos centros. Facilitará, entre otros beneficios, la reincorporación de la madre al trabajo antes de que el niño alcance su primer año, con la posibilidad de simultanear la prestación social con el salario. En el caso de que labore por cuenta propia y tenga dos o más hijos menores de 17 años, tendrá derecho a la reducción, en un 50 por ciento, de las cuotas mensuales por el impuesto sobre los ingresos personales.

Nuestro escenario demográfico posee puntos comunes con el mundo desarrollado: como la baja fecundidad y descenso de la mortalidad, aunque algunas naciones reciben migración y Cuba pierde población económicamente activa y joven, al decir expertos sobre el complejo tema.

En nuestra sociedad, inclusiva por naturaleza, el envejecimiento hay que situarlo no como problema, sino como desafío, por demandar cambios, infraestructura y mayor gasto en salud para quienes hay que garantizar con calidad el derecho a mayor sobrevivencia.

 

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Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana. Tiene más de 40 años en la profesión

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