Pancho Amat: Como volver a mi primera casa

Foto: Yesmani Vega Ávalos

¿Tresero, bongosero, guitarrista o compositor? Fue la primera pregunta de la conferencia de prensa donde se anunciaba el concierto y aunque por mi cabeza pasó la idea de “todo eso y mucho más” él, con una sonrisa sencilla, se decantó por la respuesta menos esperada: “Aquí en la Isla de la Juventud primero fui profesor de Física y Química”.

Esa humildad marcó entonces la pauta para su visita, en la que no era el Premio Nacional de Música, Francisco Leonel Amat Rodríguez, sino simplemente Pancho Amat, convocado por Annie Garcés a formar parte de ese proyecto mágico que resulta la peña 20 Años.

“Venir a la Isla es como volver a mi primera casa”, aseguró al público que colmó el frente del cine Caribe para ver actuar a quien se ha convertido en una leyenda viva.

En escena Pancho Amat y su Cabildo del son (siete músicos) desbordaron un arte inmenso. Temas de la cancionística cubana de todos los tiempos –una mezcla de boleros, son, vieja y nueva trova– se combinaron con ritmos foráneos como el blues y el jazz para hacer de la noche una fiesta caribeña y cubanísima.

Aunque no muchos se aprestaron al baile fue imposible quedarse impávidos ante la contagiosa música, por eso unían sus voces a coro para acompañar en temas antológicos de grandes como Pablo Milanés y el Benny –a quien rindió tributo en el centenario de su natalicio–, y hasta la conocida María Cristina apareció en algún estribillo.

La noche fue testigo, además, de la presentación de un sucu suco compuesto por Pancho como regalo al maestro Mongo Rives y el pueblo pinero.

“Los conservatorios son una herramienta importante para el desempeño, pero la música cubana nació del pueblo, ahí está su academia principal y Mongo ha sido un aporte a la columna vertebral de la cultura nacional.

“Era necesario que el maestro supiera la admiración, el respeto y cariño que los músicos le tenemos y para eso nació El majá quiere sucu suco. Visitar a Mongo en La Fe es una parada obligada en esta visita”, dijo el tresero de Güira y lo cumplió.

Visita a Mongo Rives en la Fe. Foto: Yesmani Vega Ávalos.

Confesó también que no tuvo dudas para cambiar a Newton por Mozart, pues estaba seguro de que la música estaba en su camino. Por eso la pequeña plaza de este Municipio valió tanto como los grandes escenarios alrededor del mundo, cumplían con el sagrado propósito de llevar la tradición cubana a quien quisiera escuchar.

Esta Isla tampoco lo dejó marchar con las manos vacías. De aquí  Pancho Amat se llevó la orden Pablo Porras Gener –máxima distinción que entrega la Uneac local–, junto a los símbolos más autóctonos de la ínsula, una réplica del Escudo Pinero y un ánfora; sin embargo el regalo más grande para el artista –a quien no le gusta que lo anuncien como el mejor tresero del mundo– fue el agradecimiento infinito de un pueblo ávido de buen arte que dejó sus puertas abiertas para cuando quiera regresar.

Foto: Yesmani Vega Ávalos.
Foto: Yesmani Vega Ávalos.
Foto: Yesmani Vega Ávalos.
Foto: Yesmani Vega Ávalos.
Foto: Yesmani Vega Ávalos.
Foto: Yesmani Vega Ávalos.

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Cultura Isla de la Juventud
Yenisé Pérez Ramírez
Yenisé Pérez Ramírez

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana

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