Si algo gusta comúnmente a los cubanos es hacer lucir el hogar con las más pintorescas plantas. Flores llamativas, con propiedades medicinales o con “mágicas cualidades” se intercambian entre vecinos, conocidos o se adquieren en los más recónditos lugares.
Igual ocurre en los parques, jardines escolares o espacios al aire libre. Lo que muchos no saben es que en esta búsqueda de belleza natural, se pone en riesgo la salud.
Según un estudio dado a conocer por la revista del Jardín Botánico Nacional, un gran número de las plantas ornamentales que en Cuba se cultivan unido a su belleza, portan diferentes grados de toxicidad provocando desde irritaciones en la piel hasta alteraciones en el sistema nervioso central, convulsiones, alteraciones en el tono músculo-esquelético, secuelas de invalidez permanente e incluso la muerte.
Una de las plantas más comunes, la malanga de corazón, se corona con una peligrosidad de grado III, el más alto, ya que al ser ingerida cualquiera de sus partes puede provocar trastornos digestivos y nerviosos, y solo por contacto causa irritación de piel y de la mucosa bucal.
También poseedoras del más alto nivel tóxico se presentan la plumeria, la verbena cimarrona, el rabo de gato y la alocasia, además del anturio, que puede llegar a provocar un paro respiratorio. En este grupo se incluye además la vicaria, que aunque se emplea con fines medicinales, no es aconsejable su uso interno, puesto que puede derivar en trastornos cardiovasculares y renales.
Un buen número de variedades de malanga se apuntan a un grado II de toxicidad, entre ellas la conocida malanguita y las malangas trepadora y de la dicha. Aquí también se unen el croto o crotón, el popular cordobán y el laurel benjamín o laurel de la India.
Y si somos de quienes persiguen una planta por lo hermoso de sus flores ojo, también estás pueden traer nefastas consecuencias. Quizás en el grupo de las florales la más conocida por su toxicidad según los ancianos sea la adelfa, pero no crea que “es cosa de viejos”, solo con ingerir alguna parte de esta planta pudiera enfrentarse en cuestiones de horas a taquicardia, arritmia, paro cardiaco y eventualmente, la muerte junto con fuertes dolores abdominales, diarrea sanguinolenta y vómitos. Vaya, que de seguro se lo piensa dos veces antes de tenerla cerca suyo o de su familia.
Igual de bellas y en menor medida dañinas –pero peligrosas a fin de cuentas– resultan la hortensia, la flor de pascua, el filodendro, la difenbaquia, las calas, la oreja de elefante, el manto de Eva, la flor de flamenco, la flor de azalea, la hierba mora y el lirio del valle.
Es por esto que fomentar el conocimiento es tan importante. No se trata de romper la eterna relación hombre–naturaleza, sino de saber convivir pacíficamente con toda la belleza y los peligros que nos rodean.
Ser cuidadosos con respecto a qué plantas queremos cerca de nosotros y sobre todo de nuestros niños, mantenernos vigilantes para evitar complicaciones nos garantizará una vida más tranquila y colorida. Basta solo, como dice el dicho, “precaver para no tener que lamentar”.
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