No me acostumbro a decir
que te hallas muerto aquel día,
porque mejor yo diría
que comenzaste a vivir.
Aquí te puedo sentir
con tus palabras certeras,
te veo como si estuvieras
hablándole al pueblo tuyo,
que te escucha con orgullo
como si nunca te fueras.
Tú nunca llegaste a irte,
siempre estarás muy presente
oyes atento a tu gente
que tiene algo que decirte.
Nunca es para pedirte,
sino para ofrecer más,
entre nosotros estarás
dando tus orientaciones,
y que en nuestros corazones
el pueblo recibirá.
Te veo en la agricultura
Y en el Consejo de Estado,
y como siempre ocupado
con una tarea muy dura.
En mí tú siempre perduras
seguro, estoy en lo cierto,
siempre serás libro abierto
que a todos enseñarás,
y este pueblo aprenderá
que nunca te vemos muerto.
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