Nuestra primera Constitución

La rica historia constitucionalista de Cuba se imbrica con el surgimiento de la nacionalidad y tiene en la República en Armas sus antecedentes con las cuatro constituciones mambisas: Guáimaro, Baraguá, Jimaguayú y La Yaya.

Todas perseguían el propósito de amparar desde el punto de vista jurídico la lucha contra el colonialismo español, pues antes de ese período solo regían en la nación caribeña las leyes de la Península.

La primera, quedó redactada en la Asamblea de Guáimaro, iniciada el diez de abril de 1869, la cual duró tres días –diez, 11 y 12–, presidida por Carlos Manuel de Céspedes, jefe del gobierno provisional de Oriente.

Se convocó para conseguir la unidad y un mando único, al darle solución al problema de la desunión y el regionalismo que había dividido a los patriotas del Oriente, Camagüey y Las Villas en la lucha del pueblo cubano por su independencia y soberanía.

Esta Constitución atribuyó a la Cámara de Representantes el Poder Legislativo y tuvo entre sus facultades la de nombrar al Presidente de la República, al General en Jefe, a los Secretarios de Despachos, al Presidente de las sesiones y al resto de los empleados; en tanto, el Poder Ejecutivo de la República en Armas recayó en la figura del Presidente, en este caso Carlos Manuel de Céspedes.

Respecto al ciudadano estableció el requisito para elegir y ser elegido, reconoció la condición de hombre libre a todos los habitantes de la República y el deber y el derecho de ser soldados del Ejército Libertador, conjuntamente con otros derechos civiles.

Nuestra primera Carta Magna, la de Guáimaro, proporcionó una adecuada base programática a la Revolución y demostró su validez por sus proyecciones democráticas, libertarias y antiesclavistas.

En ocasión del aniversario 150 de la Constitución de Guáimaro este diez de abril, la Asamblea Nacional del Poder Popular proclamará la nueva Constitución de la República de Cuba ratificada en Referendo Constitucional, el 24 de febrero del presente año, como muestra de la continuidad de nuestro proceso histórico y revolucionario.

La nueva Ley de Leyes se sustenta en el principio democrático y socialista de la participación activa del pueblo en la construcción de su destino y plasma nuestros anhelos de ayer y las realidades de hoy.

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Isla de la Juventud
Mayra Lamotte Castillo
Mayra Lamotte Castillo

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana; tiene más de 40 años en la profesión.

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