Mis tías de siempre

Foto: Karelia Álvarez Rosell

Fundadoras y trabajadoras de los círculos infantiles en el Municipio avivan experiencias al calor del aniversario 40 de la proclamación de la Isla de la Juventud

Más de una vez he escuchado que la familia no se escoge, nos llega por esos lazos sanguíneos indestructibles, pero también por los vericuetos de la vida una va incorporando a aquellas personas que nos marcan y dejan huellas positivas.

Así son mis tías de siempre: Marela, María del Carmen, Juanita, Ernestina, Eloína, Aracelis (lamentablemente ya fallecida) y muchas otras con las cuales crecí desandando por los jardines o en las oficinas de la Regional de los Círculos Infantiles, donde por muchos años laboró mi madre y hoy radica el telecentro Islavisión.

Foto: Karelia Álvarez Rosell

A muchas las vuelvo a ver en la Casa de la Amistad, han decidido reunirse allí al calor del aniversario 40 de la proclamación de la Isla de la Juventud. Han pasado los años, algunas hace más de veinte o tres décadas no se ven, una luce un bastón, a otra la acompaña su nieta, lucen canas y arrugas cargadas de sabiduría, pero mantienen la misma dulzura y alegría de aquellos años mozos en que, muchas veces con los hijos a cuestas, consolidaban un proyecto de Fidel y Vilma para ayudar a la mujer trabajadora.

En la medida en que van llegando se acrecientan las emociones, los llantos, los abrazos, los recuerdos, como el de Belkis, una de las primeras educadoras graduadas y todavía aporta sapiencia para consolidar el quehacer en esa primera enseñanza, etapa crucial para el desarrollo del ser humano.

Otra recuerda el día que llegó a la casa y su esposo no le quería abrir la puerta debido a la hora, “cuando decidió hacerlo dijo que me iba a poner los bultos en el círculo porque ahí era donde debía vivir”.

Ahí salieron a relucir también los constantes olvidos de Cecilia, el día que Ernestina, ante la escasez de juguetes, se disfrazó con el forro de un catre y comenzó a dar brincos por el salón para entretener a los niños, las jornadas voluntarias hasta en el llenado de bolsitas, las visitas nacionales, el sentido de pertenencia, los cuidados e “inventos” para curar a los niños y así las mamitas no dejaran de trabajar…

Marela Sánchez, una de las primeras directoras de la Regional de los Círculos Infantiles aquí, con su hablar pausado recordó el nacimiento de la Casita de los Namibios: “Cuando llegaron a la Isla los sobrevivientes de la masacre de Cassinga nos percatamos con el tiempo que venían seis muchachas embarazadas y de inmediato lo informamos para conocer el proceder, entonces Fidel nos orientó que aquí debíamos solucionarlo”.

Fue así como se le brindó adecuado seguimiento a las embarazadas, quienes al parir continuaron estudios y los pequeños prácticamente quedaron en manos de educadoras, quienes los acunaron al igual que a sus propios hijos.

Como agua de manantial brotan las anécdotas, las risas, los aplausos, los abrazos. Marela habla de recibir con este encuentro una inyección y varias transfusiones de sangre, todas coinciden, pues mis tías de siempre vuelven a revivir.

Foto: Karelia Álvarez Rosell
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Karelia Álvarez Rosell
Karelia Álvarez Rosell

Licenciada en Defectología en la Universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomada en Periodismo con más de 30 años en la profesión.

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