La primera que protagonizaron los jóvenes universitarios, aconteció en la medianoche del 27 de enero de 1953; bajaron desde la escalinata de la Universidad de La Habana hasta llegar a la Fragua Martiana, esperando el advenimiento del centenario del natalicio del Apóstol.
Siete décadas después la cita –en una isla que ofreció abrigo y descanso para sanar las heridas del joven José Julián, provocadas por los grilletes en las canteras de San Lázaro– tuvo lugar en la propia casa de la familia Sardá, hoy museo y Monumento Nacional, de donde partieron en peregrinación del pueblo hasta la plaza Memorial El Pinero.
Antes de iniciar la tradicional marcha, fue depositada una ofrenda floral en el busto del Martí -un Sicre de bronce- que reposa frente al museo. Seguidamente el pase de lista de los mártires de la Federación Estudiantil Universitaria, estuvo en la voz de Alexander Delvás González, presidente de la centenaria organización en la universidad Jesús Montané Oropesa, el cual concluyó con José Antonio Echeverría Bianchi, presidente de la Feu entre 1954 y 1957, y fundador del Directorio Revolucionario.
Su homólogo de la facultad de Ciencias Médicas, Roy Ernesto Díaz Masabot, tuvo a su cargo las palabras de recordación al Maestro e invitó a marchar juntos por las calles de Nueva Gerona, ciudad cabecera, hasta llegar a la plaza pactada para una gala cultural en homenaje a José Martí.
Líderes estudiantiles y juveniles encabezaron el recorrido, presidido por Osbel Lorenzo Rodríguez, primer secretario del Partido Comunista de Cuba en Isla de la Juventud; Rafael Licea, presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular; y Lissette González, primera secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas; seguidos por estudiantes y trabajadores de los sindicatos pineros.
La Marcha de las Antorchas, constituye hace ya 70 años un patriótico ritual que representa, además del respeto y la recordación a Martí, el apoyo, sobre todo del estudiantado universitario, a Cuba y la Revolución.
