Lucha vieja en año nuevo

Al llegar el año nuevo casi todos olvidamos los males pasados, hacemos borrón y cuenta nueva y plantamos nuestra mejor cara a lo que está por venir.

Y no hay nada de malo con esta actitud, al contrario; sin embargo, sí es preciso darnos cuenta a tiempo de que no todo puede dejarse ir, especialmente si se trata de la vigilancia exhaustiva en orden de preservar la vida.

Entre fiestas que originan mayores cantidades de desechos de lo acostumbrado y lluvias de frío inesperadas, la proliferación del mosquito Aedes se ha colado en nuestra cotidianidad sin que nos diésemos cuenta, justo cuando ya se pensaba librada esa batalla.

El índice de 0,14 que hoy se exhibe pudiera no sonar alarmante ante la cifra permisible de 0,05 pero no nos confundamos, no se trata de décimas más o menos, sino de reales peligros potenciales para la salud de la población.

Aunque aún las autoridades sanitarias del territorio mantengan las acciones usuales para evitar a toda costa una mayor presencia del vector, no basta con las radiobatidas, el pesquizaje autofocal  y el seguimiento a los casos febriles, la percepción de riesgo individual tiene que ser un puntal en aras de que todos contribuyan a la eliminación del mosquito.

Desgraciadamente no es esta la realidad como lo demuestran los 58 focos positivos de Aedes aegypti existentes hoy en la Isla. Consejos Populares como Juan Delio Chacón, 26 de Julio, Abel Santamaría, Pueblo Nuevo y Micro 70 coinciden de manera insistente en la lista de los más afectados y lo peor es que entre ellos se agrupa un gran por ciento de la población, lo que solo deja una hipótesis: los pineros estamos dando pie a una lucha que tal vez más tarde no se pueda ganar.

No trato de ser alarmista, aun nuestra situación no es caótica –más por la voluntad política del país que por autoconciencia colectiva–, pero cuando observamos datos concretos, como los ofrecidos por la Organización Mundial de Salud sobre el estimado de infecciones –50 millones, y 25 000 muertes por año causadas por el mosquito a través del dengue, la fiebre amarilla, el Chicungunya y el zika– cualquiera se asustaría.

Démosle paso a este nuevo año con el compromiso de ser más cuidadosos, responsables y, sobre todo, más empáticos, librarnos del vector va a garantizar un ambiente más saludable para su familia, pero también para los otros 84 000 habitantes de esta Isla.

Es tarea de todos construir un entorno libre de peligros para las generaciones existentes y como legado a las que están por venir.

Por tanto no lo piense mucho, no es una misión ultra secreta y compleja, cada vez que esté en sus manos vaciar un recipiente con agua o evitar verter desechos en lugares inadecuados hágalo, así estará garantizando que muchos más podamos seguir recibiendo los años que están por venir libres de mosquitos y preocupaciones.

 

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Opinión Salud
Yenisé Pérez Ramírez
Yenisé Pérez Ramírez

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana

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