Los radares meteorológicos de Cuba ante la nueva temporada ciclónica

Las experiencias dejadas por el huracán Matthew y el exitoso desempeño del radar de Gran Piedra, calificado como el coloso oriental con 44 años de explotación, quedaron resaltadas durante la reunión. Foto: Diario Granma.
Las experiencias dejadas por el huracán Matthew y el exitoso desempeño del radar de Gran Piedra, calificado como el coloso oriental con 44 años de explotación, quedaron resaltadas durante la reunión. Foto: Diario Granma.

Los radares meteorológicos seguirán sirviendo como herramienta indispensable al personal del Sistema Nacional de Pronósticos para la predicción acertada de los temibles huracanes en Cuba.

A ese consenso llegaron los participantes en la Reunión Nacional del Sistema de Vigilancia Meteorológica por radar, celebrada durante dos días en la ciudad de Camagüey con la representación de los catorce centros meteorológicos provinciales y del instituto y de los ocho radares, en ocasión de iniciarse hoy jueves la temporada ciclónica.

Los asistentes al intercambio apreciaron, de primera mano, las labores de innovación tecnológica y asimilación de nuevas tecnologías que se desarrollan en el centro nacional de radares, radicado en esta ciudad y tuvieron a bien debatir los temas de capacitación de los más de 100 especialistas que trabajan en todo el sistema de vigilancia meteorológica por radar.

Las experiencias dejadas por el huracán Matthew y el exitoso desempeño del radar de Gran Piedra, calificado como el coloso oriental con 44 años de explotación, quedaron resaltadas durante la reunión, en la cual se resaltó el apoyo que ofrece el país a la importante actividad, materializada en la introducción de equipamiento de avanzada, con un componente en materia financiera de 470 mil dólares, desarrollado por el personal de la institución agramontina para mejorar el desempeño de los radares.

Cuba cuenta con una densidad de radares meteorológicos por superficie que la ubica en el sexto lugar en el mundo, y con un personal que le permite la explotación de la información y la sostenibilidad de radares en funcionamiento entre 35 y 44 años, pero que han sido modernizados con tecnologías de punta, desarrolladas por especialistas del Instituto de Meteorología.

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