¿Los problemas se resuelven por sí solos?

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Quienes cursaron el Diplomado en Dirección recordarán muy bien lo establecido por la matriz Dafo. Esa que enmarca las soluciones sobre cuatro bases fundamentales y contrapuestas: oportunidades-adversidades, fortalezas-debilidades.

Pero no es a estas a las cuales quisiera referirme, sino a dos enseñanzas aparentemente menores y que, sin embargo, en determinados momentos adquirieron una preeminencia tremenda entre nosotros: “prestar atención a los rumores” y “la mayoría de los problemas se resuelven por sí solos”.

En cuanto a la primera, y hasta no hace mucho, había instituciones a las cuales si les llegaba una queja, firmada con nombre y apellidos del remitente, dirección particular y teléfonos de contacto, se le prestaba una atención mínima.

Algo muy diferente ocurría si el informante escamoteaba su identidad detrás de un anónimo, entonces sí se realizaban cuantas gestiones fueran pertinentes para esclarecer cuánto había de cierto en aquella nota, hecha llegar como la gatica de María Ramos que tira la piedra y esconde la mano.

Semejante caldo de cultivo fue propicio, siempre lo será, para propalar infundios y poner bombitas a esa persona que dirige y nos cae mal, contra quien tenemos reservas, ninguna posibilidad constructiva de enfrentarlo o simplemente –por temor a las posibles consecuencias– evitamos plantarle cara y poner las cosas en su lugar.

Siempre consideré a esta forma de actuar como un método rastrero, pero venía aupado por un diplomado. Había entrado en moda. Aunque para mí, como para muchos, fuera una mala interpretación de lo aprendido.

Hoy, felizmente, esto es una mala racha pasada y las aguas fueron encausadas para que discurran al nivel correcto, sin escamoteos de ninguna clase. Directo al Tema, el programa de Islavisión, es una prueba al canto.

En cuanto a los problemas que supuestamente se resuelven por sí solos, el antecedente estaba en Napoleón Bonaparte quien –según blasonara– leía la prensa con semanas y hasta meses de retraso. En su entorchada opinión, “descubrió” que muchos de los problemas ya estaban resueltos… por sí solos. Y de su criterio se quiso colegir otra norma aplicable a nuestro momento histórico, aunque fuera diametralmente opuesto al napoleónico.

Dejamos, en consecuencia, que muchos problemas se fueran acumulando, incluso cuando teníamos mejores condiciones económicas para resolverlos.

En muy poco tomamos en cuenta que para Bonaparte sus propios problemas se fueron acumulando de tal forma que terminó perdiéndolo todo y desterrado hasta morir. No logró preverlo a tiempo.

Hoy, en nuestro país, tenemos la voluntad política y administrativa para enfrentar los problemas y no dejar que se acumulen. Y aunque la situación financiera ofrezca estrecho margen, demostramos que se puede y los barrios rejuvenecen como nunca antes.

Se logra actuando sin dilaciones y, algo no menos importante, con el apoyo de todos sus vecinos.

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