Los muchachos de este tiempo

No voy a mentir. Soy de una generación que alza la voz para entonar el “Al combate corred bayameses”, pero no siempre se le embriagua el alma de orgullo con cada palabra. De la generación que a veces no ve más que carencias y suspira por el fin de un “periodo especial” que se antoja eterno porque no conoció tiempos diferentes, ni mejores ni peores.

Soy del tiempo en que el mundo globalizado penetra en la burbuja que es Cuba y el paquete, los dispositivos inteligentes, las aplicaciones, la moda española y los inventos de lo chinos –aún más creativos que los cubanos–, se sienten a veces como una burla a una realidad de compras a plazos en las tiendas de izquierda, de colas interminables y burocracias más imponentes que muros.

Peroalgo bueno tiene mi generación y es el hecho de que no se define por cuestiones tan nimias. En esta amalgama que somos, están también las ganas de crecer, de ser mejores, de no perder la esperanza, de batallar hasta el último momento por las cosas en que creemos y queremos o lo que es lo mismo, por nuestro país.

A los jóvenes de hoy no les da miedo expresar con vehemencia pero a la vez con argumentos sólidos sus criterios; se han hecho eco del ideario del Fidel para ser agentes de cambio y ayudar a transformar todo lo que necesita mejoras en una Revolución en constante avance.

Se convierten, sin siquiera saberlo, en protagonistas de una gesta tan magna como la que años atrás estudiaran en las aulas, porque si importante fue lograr el sueño de una Cuba soberana, aún más lo es mantenerla.

A los muchachos de mi tiempo algunos les tildan de apáticos por tener ideas, gustos, intereses y aspiraciones diferentes sin darse cuenta de que son ellos, los mismos muchachos transgresores los que con más fuerza apoyan el proceso en el que nos sumimos en la nueva Constitución por su parecido con la sociedad inclusiva y respetuosa que el mundo tanto necesita.

No es más patriota quien más veces se autoproclama, basta con quienes lo saben bien dentro de sí y un ejemplo de ello lo dan cada día nuestros jóvenes.

Que algunos son chabacanes y otros hipercríticos es cierto, pero también los hay leales, sinceros y comprometidos con la continuidad de un proceso revolucionario más grande que solo Cuba, porque el ejemplo trasciende las fronteras.

A quienes aun tengan sus reservas con respecto a mi generación puedo decirles, como miembro fiel, que cada día nos vemos reflejados en las palabras del Ché, “alegres pero profundos”, que desde los nuevos escenarios seguiremos dando un sí, un ´palante el carro o un “like” porque somos eso, una mezcla de tradiciones, enseñanzas, de valores aprehendidos y de dinamismo. Porque somos más que meros jóvenes, somos la juventud cubana.

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Yenisé Pérez Ramírez
Yenisé Pérez Ramírez

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana

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