Es una planta herbácea cultivada por sus raíces comestibles y consumida fundamentalmente en ensaladas, donde entra en compuestos con berro, col, pimiento, maíz, espinaca, habichuela, lechuga, chayote o brócoli.
En la cocina cubana es muy apreciada en guisados con carne, para los cuales primero se debe saltear (cocer en aceite o mantequilla a temperatura baja). Esta verdura, rica en caroteno, lo conserva mejor en la grasa, a la cual pasan también las sustancias aromáticas y colorantes.
Cruda se usa en jugos y refrescos; cocida, en dulces, compotas y mermeladas.
Su raíz es hipotensora. Debería incluirse en los regímenes para diabéticos, pues disminuye el nivel de azúcar en sangre.
El análisis químico de sus cenizas arroja un 11,63 de ácido fosfórico y un 14,70 de cal, resultando muy recomendable para tratar afecciones de los sistemas óseo o nervioso.
La zanahoria de mesa es amarilla o roja, rica en proteínas, grasas, fibras y carbohidratos. El tamaño, la forma y el color de la raíz dependen de la variedad. Como otras hortalizas, no es exigente en cuanto a la calidad del terreno, vegetando bien en los poco fértiles con suficiente humedad, pero solo en los fértiles rinde buenas cosechas, si se acercan a un PH de 5,3 a 6, o sea, moderadamente ácido.
Los canteros se deben acondicionar de la longitud y altura convenientes según la cantidad de semillas y el área a sembrar, pero siempre con 1,20 metros de ancho. La semilla debe ser fresca y de buena calidad. Se siembra a chorrillo, en surquitos a lo largo, separados entre sí de 20 a 30 centímetros. Después de nacidas las plantas se aclaran dejándolas separadas de cuatro a siete centímetros.
Sus cuidados culturales se reducen a mantener el terreno suelto, libre de malas hierbas y con buena humedad.
Cuando las raíces alcanzan buen desarrollo, alrededor de los 85 días, comienza la recolección.