La leche no cae del cielo

Obtener mayor productividad depende, también, del mejoramiento genético de la masa ganadera. Foto: Alejandro García.

Si hasta ahora el precio de la malanga o la guayaba, los insumos y la elevación de los costos al interior de las empresas agroindustriales, han cargado con el peso del debate en torno a la Tarea Ordenamiento, los ganaderos avileños han tenido que gritar alto y claro desde cada guardarraya que la leche no cae del cielo.

Y esta obviedad ha sido sustentada, no ya con el trabajo de ordeñar una vaquería y garantizar agua y comida, sino con la esquiva matemática que obró en la conformación de un precio inicial en el que no se reconoció el acarreo ni los gastos por los conceptos de agua y electricidad.

Por eso, la conclusión de Leonardo Pérez Rodríguez, subdelegado de Ganadería en la provincia, es categórica: “la incertidumbre y los cambios tienen a los guajiros aguantados. Para 2021 deben llegar a la industria 14 millones 481 700 litros de leche. Aunque ya está toda contratada, el cumplimiento está cogido por los pelos”.

Las discordancias entre costo y ganancia obligaron a una revisión, y se decidió pagar el acarreo a 0.30 centavos por un tramo de hasta seis kilómetros. Entonces entramos en un rango de 6.80 hasta 7.50 pesos por litro, donde se incluyen 0.15 centavos por cada unidad fría entregada, y se podrá adicionar el monto correspondiente al acarreo.

Con todo y eso, las expectativas no están satisfechas, y las razones que se esgrimen no pastan en los potreros. Así lo explicaron en un encuentro con Meisi Bolaños y Gustavo Rollero, ministros de Finanzas y Precios y de la Agricultura, respectivamente, productores de la CCS Felipe Navarro, de Ciro Redondo, donde el costo por mantener un termo para el enfriamiento da pérdidas, con el pago de la electricidad y los salarios asociados.

Bajo estos términos, Leonardo Pérez Rodríguez extiende la incógnita hasta el municipio de Chambas, que aportó el 34 por ciento del plan de 2020 con más de cuatro millones de litros acopiados, y donde existen 14 puntos de refrigeración, que garantizan calidad y almacenamiento.

También lo dijeron antes ganaderos de Ruta Invasora, inmersos en un convenio de producción cooperada, al subrayar que, con el precio de acopio actual, para recuperar su inversión debían esperar una década.

Para colmo de males, el contexto avileño tiene su plus con la implementación por parte de la Empresa Láctea de un nuevo sistema de control de la calidad de la leche, con lactodecímetros recién estrenados y calibrados. Al menos en los primeros 15 días del mes de febrero, esto derivó en incongruencias durante la comprobación de la densidad del líquido, tanto que se movía hasta dos puntos del termo a la industria, y hacían diana en el bolsillo del campesino.

Lo cierto es que el precio centralizado no contempla, por ejemplo, que, en época de sequía, cuando 40 000 animales reciben aquí agua en pipa, técnicamente sacar leche y acopiarla suele ser más difícil, y que no se produce bajo las mismas condiciones en todos los sitios.

Si, además, sumamos que al cierre de 2020 no llegaron a la industria más de 200 000 litros, y que la Empresa Láctea necesita alrededor de 9 000 unidades diarias solo para suplir lo básico, es innegable que los números tensan las cuentas a ambos extremos.

Digo básicas, porque se sabe que los planes no cubren la demanda, y así lo hacía ver a Invasor en el pasado mes de diciembre Rubén Pina Ángel Bello, director de Producción de esta entidad, con el ejemplo del yogurt de soya que, aunque cerró el año con 2 000 toneladas más que el anterior, las 6 000 bolsas depositadas los domingos para venta liberada en la cafetería de Las Brisas, en la ciudad cabecera, apenas duraron un pestañazo.

En la práctica, el asunto de la leche es más complejo porque es vital en la alimentación de grupos vulnerables y punto de partida para la sustitución de importaciones.

Concordemos en que nadie va a trabajar para perder, y que en ese espacio donde la Tarea Ordenamiento choca y hace mella en las utilidades de los productores habrá que hacer un alto para pensar y cambiar. Cumplir con el encargo estatal debe ser, además de responsabilidad, estímulo y equilibrio para ambas partes.

(Tomado de Invasor)

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