La flor que tú regaste

Tú conducías la corriente con suspiros sosegados y sostenías la respiración bajo las aguas bravas; te convertiste en río loado por el aire y esos gritos que escuchábamos en tus hombros, no eran más que fieros relámpagos estremeciendo al mundo; de sus luces salían banderas, uniformes blancos como flores, que rompían sus crisálidas y se abrían al amor.

Hoy una voz de viento frío sopla arrogante turbios mensajes; niños, ancianos, gente humilde usan tu virtud como defensa y un pueblo ofendido regresa a su caudal la flor de todos. Pasarán los días más triste, pasarán las tormentas y sobreviviremos, como siempre, trasladando las raíces a tierras más firmes.

No hay formas para darte este tiempo mío, el tiempo de todos los que hoy te recordamos, pero está tu corriente con suspiros sosegados, tu respiración bajo las aguas bravas, tus gritos en nuestros hombros, esos relámpagos que no se apagan, esas banderas y esos uniformes blancos seguirán rompiendo sus crisálidas, siempre que en mis ojos, en los ojos de todos, se abra la flor que tú regaste.

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Fidel
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