La dimensión del altruismo

Foto: Yesmani Vega Ávalos.

Yudit  Reyes Almaral, donante activa de La Reforma que empezó cuando era estudiante, y Mileydis Vinent Echavarría, quien encabeza una familia de aportadores de sangre en Pueblo Nuevo, estuvieron entre las mujeres y  hombres estimulados durante la jornada de homenaje a esos que extienden su brazo de forma generosa.

Cada uno atesora decenas y cientos de aportes voluntarios de ese líquido con el que salvan vidas, e incontables anécdotas e historias anónimas de solidaridad y otros valores que llevan en la sangre y la conciencia, como Julio César Castillo Tamayo, de la barriada Abel Santamaría. Él no olvida la ocasión en que “de visita en Guantánamo ante un llamado de urgencia a personas con sangre especial, me presenté rápido, salvé a heridos de un accidente y me emocionó mucho esa felicitación tan lejos…”.

Con similar regocijo anda Rafael Llorente Machado, del poblado Julio Antonio Mella, con el vivo recuerdo de niño “de cuando Fidel, en recorrido por Pilón, Granma, le puso la mano en el hombro a mi mamá mientras aportaba sangre y le dijo: ‘Esas son las nobles acciones que necesitamos’, algo que me motivó para toda la vida”.

Igual de feliz encontré a Onil Morales Peláez, obrero agrícola de la Orlando Gutiérrez quien, además del diploma y pulóver por su aporte, recibió en el acto de homenaje, en Tropisla, la condición de Centenaria a esa comunidad por segunda ocasión.

Vivencias no menos conmovedoras tienen, a pesar de su corta edad, los estudiantes universitarios Ulisis Rodríguez Hanzawa, Adriel Viera Hernández y Alberto Luis González Fonseca, así como otros donantes de  los distintos poblados pineros, igualmente reconocidos.

También fueron distinguidas la zona cederista 57 como cincuentenaria y unos 30 colectivos laborales y militares como Centros Promotores de las Donaciones Voluntarias de Sangre, a propósito de su Día Mundial este 14.

Mayor es la gratitud al saber que no se trata de un simple aporte que en cada ocasión pueda salvar vidas, entre otros beneficios, sino de uno imprescindible ya que la sangre no se puede producir ni almacenar por tiempo indefinido –no más de 45 días–. Proporcionar lo más inmenso: vida y esperanza, da la real dimensión del altruismo de quien la entrega.

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Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana. Tiene más de 40 años en la profesión

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