
En el evento de técnicas comerciales que tuvo lugar en la Isla de la Juventud, donde se corroboró cuánto falta en pos de un servicio eficiente
Ampliar los conocimientos no solo a partir de la teoría sino también con la práctica, rescatar tradiciones culinarias locales y gestionar de manera eficaz la calidad en la prestación de los servicios, constituyen algunos de los propósitos de los eventos de técnicas comerciales que cada año tienen lugar en la Isla de la Juventud.
Fueron dos días de talleres, en los cuales se potenciaron los derechos y deberes contemplados en la Resolución 54/18, del Ministerio de Comercio Interior, que regula la protección al consumidor.
Este instrumento jurídico cuenta con la voluntad política del Gobierno para instrumentarla y se auxiliará del Código Penal en el enfrentamiento a actividades delictivas como el engaño al consumidor o el desvío y ocultamiento de mercancías.
De igual manera se habló de la necesidad de cumplir con las normas establecidas para la manipulación y almacenamiento de los productos, aspectos muy vinculados con la higiene e inocuidad de los alimentos.
La sede del evento fue el céntrico hotel La Cubana, pero las competiciones en diferentes categorías: dependientes, cocinero, cantinero, salón, técnico del Programa de Ahorro Energético, cajero, peluquería, repostería, panadería, entre otros, tuvieron por escenario varios establecimientos enclavados en el Paseo Martí.

Durante el desarrollo del evento, al cual me faltó mayor organización, conversamos con Héctor Tamayo Hernández, presidente del jurado de cocina y vicepresidente de la Asociación Culinaria aquí, quien planteó:
“Cada encuentro nos brinda la posibilidad de conocer la evolución de las técnicas culinarias y nos percatamos que falta una superior capacitación, tanto la ocupación por parte de la empresa para tener cada vez más preparado a su personal como la autosuperación personal inciden de manera negativa en la calidad.
“Nosotros como Asociación trabajamos en aras de rescatar, en la medidas de las posibilidades, algunos platos que identifican la cocina pinera, como por ejemplo, el boniato frito a la brasa o pollo a la cordon pling”.
Por su parte Jorge Creach Zilueta, al frente del equipo de salón y de la Asociación de Cantineros en el territorio, también coincidió en cuán importante resulta profundizar en la adecuada formación del personal.
“Apreciamos un estancamiento en el tiempo y debemos desempolvar las técnicas, estudiar, poner en práctica los conocimientos y tener un mayor sentido de pertenecía para poder trabajar en función de darle lo mejor al cliente”.
Varios fueron los premiados, quienes corroboraron que todavía queda por hacer en la actividad comercial, gastronómica y los servicios del Municipio; para que esta sea en verdad eficiente resulta indispensable que prime el buen trato, la ética en todos los trabajadores y el respeto al consumidor, ahí está la clave para convertirlo en el centro de su gestión.



