DÍAS DE GIRÓN EN LOS CANARREOS

La cabeza de playa que no fue

Playa Girón fue variante obligada para los mercenarios. No estuvo comprendida en el plan inicial: invadir Isla de Pinos, liberar a los contrarrevolucionarios que se encontraban recluidos en Presidio Modelo y convertirla en cabeza de playa que les permitiera instalar un gobierno de ocasión y reclamar su reconocimiento internacional.

A tiempo la naciente Seguridad cubana y Fidel descubrieron sus manejos y se tomaron las medidas para hacer imposibles tales propósitos. Fortificar esta Isla correspondió al comandante Wílliam Gálvez, quien fue enviado a finales del año anterior para realizar una inspección y recomendar las medidas defensivas a tomar. En caso de ataque, no recibiría refuerzos–era la premisa– debido a lo precario de la Marina de Guerra con que se contaba en ese momento.

“La solución fue muy simple –narra Quintín Pino Machado–: situar los refuerzos antes.La Isla tendría todo lo necesario para su defensa militar y se batiría sola”.

Para que esto fuera posible, en muy poco tiempo llegaron una compañía de tanques T-34, cañones antitanques, morteros de 82 y 120 mm, obuses italianos y baterías antiaéreas. Unos ocho batallones pesados de La Habana –de 1 200 hombres cada uno– arribaron inmediatamente después de terminar su curso de preparación.

La jefatura militar de esta Isla, ya convertida en región militar especial subordinada al Mando Central de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, quedó a cargo del comandante Wílliam Gálvez. La integraban además el capitán Francisco Badías, como jefe de Estado Mayor; capitán Primitivo Pérez, jefe de Operaciones; teniente Luis Martínez, jefe de Información y Organización; teniente Walfrido Álvarez, jefe de Suministros; capitán Primitivo Pérez, jefe del Grupo de Tropas de Santa Fe y Cunagua; capitán Alfonso Zayas, jefe del grupo de Tropas de Siguanea; y el capitán Ulises Estrada, como jefe del Grupo de Tropas de Nueva Gerona.

Una guardia especial acordonó Presidio Modelo con la misión de evitar una acción comando destinada a la liberación de los batistianos y contrarrevolucionarios que allí cumplían las sanciones impuestas por los tribunales de justicia.

Después se enviaron otros refuerzos. Había que enfrentarse y vencer aunque el enemigo empleara medios poderosos.

Cuenta el ya general Wílliam Gálvez –según el cronista de referencia– que en cierto momento el Comandante en Jefe lo llama por teléfono y le pregunta incitador: “Me dicen que tendrás visitas por ahí. ¿Necesitas algo más para darle un buen recibimiento?” Gálvez le contestó: “Comandante, si manda algo más, esta isla se hunde”.

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