La altivez de los años

Foto: Gerardo Mayet Cruz

Caridad Cabrera Martínez y otras ancianas no pueden ocultar los achaques de la edad, pero conservan la altivez de la sociedad donde viven y con frecuencia intercambian con muchachos que hoy se inician en las responsabilidades comunitarias que ellas tuvieron en sus años mozos en el torrente de desvelos de una Revolución por sus hombres y mujeres.

Hace unos días llegó muy dispuesta a un encuentro del barrio al que fue invitada –pues sería reconocida su consagración– y desde su silla de ruedas confesó cuánto le gusta hablar con los jóvenes y la infinita confianza en ellos.

Sin embargo, sus satisfacciones por ese diálogo entre generaciones del que forma parte como espacio para que noveles y mayores convivan en la sana armonía priorizada por la sociedad cubana, no pueden compartirla los veteranos de otros países, donde la exclusión, los abusos y las desigualdades son realidades agonizantes.

Por eso se proponen los organismos mundiales un Viaje hacia la igualdad de edad como tema este primero de octubre de 2019 en el Día Internacional de las Personas de Edad, quienes aquí gozan de cuidados integrales, prioridad y reconocimiento desde el barrio hasta diversas instituciones.

Son los resultados de una voluntad política de Cuba en tan sensible asunto que hoy tiene como principal reto demográfico el envejecimiento de la población, fruto innegable del continuo aumento de la esperanza de vida, pero con el inmenso desafío de mantener la autonomía e independencia en pos de ascender con decoro a la par de los años, promoviendo un estilo de vida activo y saludable que fomente su participación en todos los ámbitos.

Mas, Caridad, tiene un disgusto; el de haber pasado su vida sin ver el fin de ese anacrónico y criminal bloqueo del gobierno de EE. UU., el cual se ensaña de manera premeditada contra enfermos y ancianos. Son miles las personas que no han podido recuperar su salud porque, sencillamente, el cerco no permite acceder a medicamentos o recursos necesarios y muchas no han sobrevivido, la mayoría con padecimientos curables, a pesar de los esfuerzos e impensables alternativas.

Así nos aferramos los cubanos a la vida digna, sin claudicar jamás en nuestra resistencia cotidiana ni dejar de soñar.

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Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana. Tiene más de 40 años en la profesión

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