Israel Rojas: Una pelea cubana por la inteligencia y el razonamiento (+ PDF)

Israel Rojas: “Que intenten matarte mediática y temporalmente no significa que puedan matarte(…) Te matan cuando te callas, cuando te logran transformar, cuando te logran confundir, cuando aprendes el discurso políticamente correcto que quieren escuchar de ti”. Foto: Javier Gómez Sánchez.

Sin lugar a dudas, Israel Rojas es uno de los músicos cubanos más conocidos en su país en la actualidad. Nacido en Guantánamo en 1973, es líder y vocalista del dúo Buena Fe, uno de los grupos musicales más populares en la escena cubana por el componente lírico e ideológico de sus canciones.

Estudió Derecho antes de dedicarse a la música, y su postura, tan crítica con la realidad como comprometida con el proyecto de la Revolución cubana, lo ha convertido en un importante referente de opinión dentro del debate político nacional.

Esta es parte de la entrevista que se le realizara para el documental La dictadura del algoritmo, que ha sido incluida en el libro digital La dictadura del algoritmo: Entrevistas y artículos sobre redes sociales y guerra mediática en Cuba (Ocean Sur, 2021), disponible para su descarga gratuita.

¿Qué importancia percibes que las personas dan a la imagen que se tiene de ellas en las redes sociales?

–La gente en redes sociales se proyecta de una manera que a veces se parece a lo que son, y otras es una construcción social. Casi siempre, la imagen que uno proyecta en las redes es como cree que debería verse, como le gustaría que los demás le viesen. Uno casi siempre comienza por la familia, por los amigos, sin darse cuenta de que, si no lo configuras para que llegue solo a ellos, va a llegar a cualquiera. Eso te hace perder tu privacidad en cierto sentido, porque das material para que otros se hagan una imagen de ti y te estudien.

“Yo he compartido con personas, pasando un rato superagradable, y a veces se enajenan del momento para proyectarlo en las redes sociales. Una foto, una selfi, les genera más placer que estar disfrutando ese momento”.

A veces vemos que las personas ponen en sus redes sociales algo porque es la moda del momento, o hacen publicaciones y comentarios públicos en sintonía con esa corriente, pero en privado no emiten exactamente el mismo criterio. ¿Por qué crees que pasa esto?

–Los seres humanos somos gregarios. Hay personas que tienen una posición más segura de sí mismas, más firmes, y hay personas que son más conducidas, que opinan según por donde vaya la mayoría. Las redes sociales van marcando una pauta, te dan un placer muy instantáneo, muy rápido, el like, el comentario, la alabanza fácil, lo que, además, se vuelve adictivo. Hay personas que necesitan eso constantemente. Va marcando un cierto consenso social, que además es aparente.

¿La construcción de ese consenso virtual puede ser una herramienta política en la sociedad cubana?

–Sin duda. Y la proyección de ese falso consenso social puede tener consecuencias sociales muy graves. Ya lo hemos visto en otros países donde se han fabricado estos escenarios, han sucedido desestabilizaciones, las revoluciones de colores, protestas masivas que se desinflan a la vuelta de la esquina.

“También hemos visto movimientos que se han fortalecido gracias a la capacidad de la gente de conectarse en función de ideas nobles.

“El impacto de las redes y de internet en la sociedad cubana es innegable. Y no se puede olvidar que este es un país sometido a una guerra cruel e injusta del Gobierno de Estados Unidos, por un conflicto histórico que sobrepasa el primero de enero de 1959, y sobrepasa incluso a Martí, y tiene una raíz histórica muy profunda.

“Eso llega hasta nuestros días. Ignorar esa parte de la historia y hacer cualquier análisis apartándose de esa realidad es una enorme ignorancia y es no entender que estamos jugando en una cancha que no es la nuestra, estamos estableciendo relaciones sociales en unas plataformas que no se controlan en Cuba, tienen algoritmos de inteligencia artificial que están desestabilizando sociedades, promoviendo marcas, estilos de vida en función del consumo.

“Hay que asomarse a documentales como El dilema de las redes sociales (The Social Dilemma, 2020), en el que se retrata todo esto muy claro. Y si las sociedades desarrolladas tienen motivos para estar preocupadas, imagínate nosotros. En un país en el que durante tantos años ha existido una línea política de confrontación al proceso revolucionario y que definitivamente es una línea política respaldada con recursos, que se ha ido adaptando a cada momento histórico, a las circunstancias.

“Cuando el tema fue el terrorismo, este país sufrió el terrorismo, y cuando fueron los medios de comunicación, ahí estuvieron Radio y TV Martí. Nuestros intelectuales han tenido batallas por revistas y publicaciones contra quienes han intentado crear una hegemonía distinta a la del arte que se produce en Cuba. Pues ahora eso se traslada definitivamente a las redes sociales”.

Quisiera leerte un fragmento de una entrevista que le realizó Russia Today al cantautor Amaury Pérez: “Hay gente que debería estar defendiendo cosas que antes defendía y no lo hacen porque están aterrorizadas, porque hay que tener el cuero muy duro para aguantar las cosas que te dicen en las redes sociales”. ¿Crees que eso ha producido un cambio en el comportamiento político de una parte de los artistas cubanos?

–He visto linchamientos de gente que ha quedado debajo de la piedra y ha dicho que no se mete en más nada. Gente que hasta el otro día decía: “Pa’ lo que sea, pa’ lo que sea”. Y un buen día preguntas: “¿Oye, y fulano?”, pero fulano no aparece. Esto lleva estar preparado. No quiero hacerme el más fuerte que los demás, pero esto lleva a veces decir: “Esto es lo que hay, al que le guste bien, y al que no, también”.

“Se está llegando a un punto en el que ya no es por lo que dices, sino por no decir nada. Por eso he alertado en mis redes sociales: ‘Artista, creador, no creas que con no meterte estarás ileso; no, te va a llegar tu momento’. Porque cuando llegue un momento en que tu silencio o tu no participación sean considerados ofensivos por no sumarte a la línea de pensamiento del odio y la perpetuación del conflicto, te atacarán despiadadamente igual que si te hubieses pronunciado. Es más, es preferible pronunciarse, te lo digo de corazón, porque por lo menos te respetan.

“He muerto y renacido varias veces en este proceso. A mí me llegó incluso a afectar, llegó a deprimirme. Me sentí muy mal. Al principio, cuando comenzaron estos linchamientos mediáticos, sí tuvo un impacto en mi salud, pero por fortuna, y con la ayuda de mis amigos y de la familia, pude salir de eso. La respuesta más artística fue la canción Pi 3,14 y, además, un gran aprendizaje: que intenten matarte mediática y temporalmente no significa que puedan matarte. Esa fue la primera lección. Vuelves a renacer. Te matan cuando te callas, cuando te logran transformar, cuando te logran confundir, cuando aprendes el discurso políticamente correcto que quieren escuchar de ti. Ahí es cuando te matan”.

¿Has visto a esa misma maquinaria de medios que lincha a unos premiar a otros?

–¡Sí, cómo no! A cada rato. Yo me doy cuenta, cuando tienes una posición crítica ante problemas que hay en Cuba y eres usado en función de sus intereses. Si tú haces una crítica sobre las cosas que están mal aquí –como un sujeto de la realidad en la que incides, en la que quieres vivir–, eres usado inmediatamente como portavoz para fortalecer y reafirmar esa línea de división, esa línea de confusión, de fomentar la oposición, el caos, porque el fomento es en este momento hacia el caos.

“Las redes sociales borraron las fronteras hasta tal punto, que encuentras artistas que hoy tienen comportamientos alineados con intereses que no tienen su razón de ser en Cuba, pero que responden definitivamente a un discurso que legitima lo que esas plataformas quieren proyectar.

“Hoy por hoy, ser un titular positivo en CiberCuba, en Cubanet, en Cubanos por el Mundo o cualquiera de esos medios, hay artistas que lo consideran como un logro, que te abre puertas comercialmente. Dolorosamente, se ha impuesto esta percepción en mucha gente que lo increíble es que no tiene nada que ver con lo que buscan esas plataformas. Pero te puedo garantizar que hay creadores que tienen en cuenta estos mecanismos para proyectar su trabajo. Calculan hasta donde les conviene que los promocionen en Juventud Rebelde y salir en la Televisión Cubana, o hasta donde conviene más estar en esas otras plataformas, que te van a usar hasta un punto determinado, y después, si les conviene sacrificarte, te van a sacrificar. Si hoy eres titular para vender lo que les interesa, te van a usar y unos meses después pueden hacer de ti un titular con algo negativo, pues también te van a usar. No hay un discurso coherente. Hay, eso sí, una línea de mensajes que es ‘divide, confunde y vencerás’”.

¿Cómo sientes que funciona el temor a ser tildado de oficialista?

–Creo que se ha logrado con cierta efectividad, yo mismo una vez dije: ‘Soy un revolucionario, no un oficialista retrógrado’. Y eso te demuestra hasta qué punto puede llegar a calar ser tildado de oficialista. Para algunos creadores, y para unos cuantos intelectuales, es como ser tildado de brazo del diablo.

“Lo mismo pasa con hablar de democracia en Cuba. Si te refieres al Gobierno cubano, a nuestra realidad, como una democracia distinta, una democracia participativa con otras características, estás muerto, tienes que decir que es una dictadura. Cualquier otro análisis sobre ese tema precondiciona todo lo demás.

“Entonces, esa línea de ser o no oficialista presupone una visión, un tratamiento, un entrecomillado, y hoy por hoy ser tildado de oficialista, para alguna gente, es un estigma.

“Claro, como todos los estigmas, es algo que no necesariamente tiene que tener base real, no tiene que tener raíz, sencillamente es un cartel que te pusieron: ‘Fulano es oficialista’. Yo creo que esa etiqueta de oficialista, en mi caso, tiene que ver con mi identificación con un ideario, no con que verdaderamente yo tenga una relación gubernamental. No soy un asalariado del Gobierno. Eso no importa, si te ponen la etiqueta, tiene que ver con una línea de pensamiento político, no con una realidad laboral ni nada por el estilo.

“Todas esas son etiquetas, estigmas, son marcas que se han establecido para el lenguaje político contemporáneo que hoy circula en nuestro país. Cuando alguien viene con esas etiquetas en su vocabulario, ya tú sabes por donde viene. Aquí ‘alternativo’ es una manera de pensar; alternativo, verdaderamente, es entender que las cosas como están pueden ser de otra manera. Y también puede ser alguien alternativo que piense que las cosas que se están haciendo son las correctas y que deberían mantenerse. Y está el término ‘oficialista’… Bueno, ¿oficialista con respecto a qué?

“Son construcciones que algunos sectores han establecido como atajos al pensamiento, para que la gente rápidamente se ubique en lo que se está hablando, pero nada de eso tiene que ver necesariamente con la realidad o con la fuerza que generan los cambios que hacen falta verdaderamente.

“Lo que está pasando en esos sectores es un desespero tremendo, porque nada de lo que está cambiando en este país está cambiando por obra y gracia de su labor; está cambiando porque lo hacen las estructuras democráticas de Cuba, en análisis democráticos que se han hecho, de cambios en la legislación, de cambios en la Constitución, de cambios en las estructuras empresariales. Se han hecho de manera oficial, gubernamental, correcta, orgánica, sin trauma, sin caos, que es exactamente lo que no quieren. Por eso hay desespero y lo que están dando es patadas de ahogado.

“Yo creo que este es un momento importante para que los que hacen comunicación en Cuba puedan utilizar la historia reciente como muestra, fíjate, por comparativa: ¿cuál era el discurso dominante en 2011 en todas estas plataformas? ¿Qué pasó en 2013? ¿A quién asesinaron mediáticamente en 2015? ¿Qué pasó en 2017? ¿Qué se proyectaba, cuáles fueron las principales líneas de información del año 2018 al 2020? ¿Y en el 2021 resulta vital? ¿Cuáles eran las líneas de mensaje en la era Trump y qué pasó después? Eso deberían estar haciendo los periodistas cubanos, eso debería estar haciendo alguien, diciéndole a la gente: ‘Toc, toc, toc… ¿Te acuerdas de cuando decían esto?’.

“Sigo creyendo que la evaluación del enemigo la tenemos más clara que la organización de nuestras fuerzas. El gran problema es cómo nos organizamos para dar esa batalla, y así como estamos desorganizados estamos fritos, brother. Mira, no estamos fritos porque tenemos un pueblo ahí que cuando tú menos te lo esperas saca una reserva, de tanta onda, que es admirable y que te hace recordar de dónde tú vienes, pero eso no significa que las cosas se estén haciendo bien. Hoy el tema comunicacional está en disputa, hay una verdadera guerra, que si no lo queremos ver y los comunicadores cubanos no entienden de qué va esto, vamos a perder muchísimo

“Lo digo de corazón, esta pelea no solo es ganable, sino que bien organizada es un paseo por el Prado. Porque es la pelea de la inteligencia y el razonamiento, y este es el país que más inteligencia y razonamiento ha sembrado en su gente. Con poner las cosas claras, probablemente volvamos a poner de moda la pasión, la fe, las ganas de echar pa’ lante, todo eso que necesitamos como agua de mayo, y es ahora, no mañana”.

En PDF, La dictadura del algoritmo (Entrevistas y artículos sobre redes sociales y guerra mediática en Cuba)

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