Interioridades de UNO (+ Fotos y Video)

Roly Peña y Miguel Sosa, directores de la serie UNO. Foto cortesía de los entrevistados.

Roly Peña y Miguel Sosa, directores de la serie UNO. Foto cortesía de los entrevistados.

Roly Peña asegura que hay dos maneras de contar la historia en un policiaco: “una desde el punto de vista del ladrón, y otra, con el de la policía. O se cuenta todo el proceso de cómo el ladrón roba y se fuga, o cuentas cómo los policías están buscando al ladrón. Cuando esto no está claro, puede suceder que el falso héroe se convierta en héroe. Puede, incluso, que en ese caso, al público le guste más un delincuente que un policía”.

“Desde el Tabo no había un héroe policía. Eso no quiere decir que las series que vinieron después no gustaran porque el público prefería al delincuente. Detrás de todo ello había un tema de propósito”.

UNO presenta a nuestros oficiales. Los casos los resuelven ellos, no la casualidad. Por eso es importante que los delincuentes sean inteligentes. Mientras más inteligente es la contraparte, más resalta la agudeza del héroe”.

“En el primer programa de todos, por ejemplo, en el caso real, el personaje de Gabriel -interpretado por Mario Guerra- confiesa en el primer interrogatorio. Ahí se nos moría el caso. Tuvimos que agregar la parte de la técnica. El ADN del semen en las sábanas. Mostrar cómo mis policías son inteligentes y tienen la manera de darle vuelta a las cosas y ganar psicológicamente en una entrevista”.

“En la dramaturgia, en la clásica, la de Aristóteles, se tiene el planteamiento, el punto de ataque donde empieza el conflicto, acción ascendente, escena-clima, que es la que provoca el desenlace y el final. No arrancamos desde el planteamiento. Empezamos desde el punto de ataque del hecho y de ahí parte todo. No tenemos la estructura aristotélica clásica”.

“Una vez que el televidente se montó en el código de UNO, nos dimos a la tarea entonces de que el telespectador pensase más, buscase más soluciones, fuese más aliado de las soluciones policiales que del espectáculo que mostrábamos. Estos capítulos que se están transmitiendo ahora son más agudos en cuanto a la instrucción. Todo se mueve en función de una buena investigación y el espectáculo lo adorna, pero ya no con el protagonismo que tenía en la primera temporada, donde existía el fin de atraer la atención, de presentar a los héroes, para introducir el esquema de cómo contar el policiaco. Hemos ido ganado un público que ha adquirido una cultura audiovisual de lo que hemos hecho y entonces aprovechamos más para profundizar en el policiaco, en la investigación pura”.

Cuando Roly Peña hizo Patrulla 444, el público agradeció que humanizaran a los policías. La idea surgió a partir de una crítica recogida en un estudio de audiencias que apuntaba a la robotización de estos personajes. Otra de las críticas que se diagnosticó fue el factor ‘azar’ y su incidencia en la resolución del caso: el vecino que vio algo.

De acuerdo con estos estudios, según el realizador, la temporada anterior tuvo 96% de audiencia y casi un 99% de gusto. Cuando se retransmitió superó por 2 puntos a Vivir del Cuento, el programa más visto en Cuba.

Peña, más adelante habla de conciencia y de cómo la conciencia se reproduce a partir de la distancia: “anunciamos violencia porque es violento un determinado hecho. Esto no significa, necesariamente, que lo que se muestre en pantalla lo sea. Son cosas diferentes. Los casos son violentos pero no mostramos la violencia de los actos en los capítulos. Todo es mínimo”.

“En el primer episodio de esta temporada había cinco muertos. La escena en que asesinan dura pocos segundos. Teníamos planos más explícitos. No los pusimos. Visualmente era demasiada violencia”.

“La idea es que el público concientice a partir de buscar la distancia entre el espectador y las emociones. Esto es brechtiano. Persigue la reflexión. Ese es el objetivo final de los capítulos”.

Roly Peña y Carlos Luis González precisan algunos detalles antes de la filmación. Foto cortesía de los entrevistados

Roly Peña y Carlos Luis González precisan algunos detalles antes de una filmación. Foto cortesía de los entrevistados

Miguel Sosa, codirector de la serie, advierte. Hay cosas que deberían evitarse. Es un tema interpretativo. “Esos capítulos, por ejemplo, los niños no deberían verlos”.

“Hay un cartel en la televisión, a las 8 de la noche, que dice  ‘hasta aquí llegó la programación infantil’. Sale la calabacita. ¿Quién ha visto que un niño de cuatro años esté a las 11 de la noche viendo un programa? Los niños deben dormir. Las horas requeridas. Eso es responsabilidad de los padres. El niño no tiene la capacidad para asimilar un programa donde hay escenas violentas o eróticas”.

Para Peña, las reacciones hacen el resto: “un adulto ve la serie, la concientiza, la critica, y le sirve de algo. Un niño no es capaz de cuestionarla. Exponerse a esa violencia puede provocar más violencia. El detalle está en cómo recibe ese producto”.

“Un niño es capaz de reaccionar a la violencia, pero no la traduce, no la interpreta, hablando brechtianamente, concientizando y traduciendo lo que sucedió. Él simplemente ve violencia. Lo puede asustar y también lo puede llevar a cometer actos violentos”.

“Por el tema que tratará, hicimos una advertencia en los capítulos 5 y 6. Es una violación infantil. Los adultos deberían verlos, para que estén atentos; para que se eduquen en el hecho de que en la confianza está el peligro”.

Asegura, por otra parte, que en UNO los directores defienden el género, que existe libertad para crear los guiones. “Mucha, toda”.

“Los escritores acuden a especialistas del MININT. En dependencia del tema que escojan, para preparar el guion, van a los departamentos  que atienden los diferentes delitos dentro de este organismo. Estudian los expedientes. Identifican lo que es televisivo y lo que no. Determinan qué falta y cuánto tendría que aportar el guionista”.

“Nosotros les incorporamos a las historias varios giros dramáticos, giros falsos, incluso. La policía se tropieza con un muro que le impide avanzar. El espectador se hace cómplice de este hombre y de la investigación en sí. Después, al encontrarse en este callejón sin salida, el investigador y el público, están obligados a pensar cuál será el próximo paso para poder llegar a la verdad”, acota Miguel”.

“Decimos a los guionistas que escriban con total libertad. Después vamos ajustando eso que escribieron a la dramaturgia que lleva el capítulo. Luego viene una lectura generalizada del MININT, para que se entere de que se está haciendo con su organismo”.

Los directores explican que no puede haber cinco capítulos que traten el mismo tema. Debe existir un balance. “Desgraciadamente, el escritor no siempre puede escribir de lo que más le guste. Los hemos tenido que rotar, en dependencia de lo que hayan escrito la vez anterior. Todos quieren escribir sobre crímenes y asesinatos”, explica Roly.

“Una vez terminado el guion, este se les entrega a los especialistas. Un escritor no es criminalista, ni instructor. Hay palabras técnicas, formas operativas, aptitudes psicológicas de los personajes que no coinciden y se mejoran. Los compañeros del ministerio, lejos de poner límites, ayudan a pulir los guiones. Siempre nos entendimos en cuanto a qué queríamos y cómo mostrarlo“.

“El público, en general, desconoce que un capítulo, después de escrito, puede estar renovado hasta 12 veces a partir de que el equipo de dirección y los otros escritores critican un guion. Llega un momento en que uno se vuelve loco, sobre todo el escritor que se vicia con su trabajo. Inteligentemente, es mejor que nos critiquemos entre nosotros, que nadie se va a enterar, a que luego nos critique el público que nos ve”.

“Los actores también debaten el guion”, comenta Roly. “Defienden su personaje, proponen cambios. A veces dicen que su personaje jamás hablaría así. El guionista escribe de todos. El actor solo se preocupa por el suyo. Así le es más fácil identificar errores”.

Roly Peña chequea las escenas que serán captadas con un dron. Foto cortesía de los entrevistados.

Roly Peña chequea las escenas que serán captadas con un dron. Foto cortesía de los entrevistados.

Las puestas en escena demuestran, en ocasiones, demasiado. Miguel, por ejemplo, habla de factibilidad.

“En la temporada anterior pasamos mucho trabajo. Asimilamos filmar el accidente de la guagua. Nunca pensé que fuéramos a encontrar una guagua para tirarla por un barranco. Eso creó un caos de producción que tuvimos que resolver con mucho ingenio”.

Cuenta Roly que se les dio el caso de que un actor no podía ir. Un actor que venía desde la temporada anterior. “Iba a darle mediana solución o a ayudar con la resolución del caso. Tuvimos que cambiar. Retomamos a un personaje de la primera temporada, cambiamos la historia, improvisamos sobre la marcha. Mientras en el parque Migue grababa algunas escenas, yo estaba inventado diálogos con los actores para solucionar el capítulo. Si se ve la escena ahora, parece que estaba preparada, pero no fue así. Los actores tuvieron que memorizar textos de momento ahí”.

“A veces vamos a las casas donde grabaremos y las personas dicen que sí, que aceptan que se filme. Comenzamos entonces a imaginarnos las escenas y cuando llegamos el día previsto, los dueños dicen que no. Y no se graba en una casa que habíamos escogido con dos meses de antelación”.

“Hay un equipo de avanzada con el cual productor y director de rodaje visitan las casas, las seleccionan, y ven qué les falta y qué se les podría agregar. Las casas se alquilan. Hay quien la brinda. Cuando se está en este proceso hay que pedir algunos permisos para las casas y un autorizo de la policía para cerrar las calles. Hay que pedir también a los vecinos que no hagan bulla”.

“Hemos tenido, en algún caso, que cambiar el color de una pared. Cuestiones de fotografía y la luz. Las personas aceptan pero luego hay que volverla a poner del color que tenía”.

En cuanto al tema de los rodajes, Miguel prefiere narrar: “en una ocasión estábamos grabando de madrugada, súper agotados, una escena en la que el personaje de Mandy brinca un balcón e inicia un forcejeo con la persona dentro de la casa. A las 4 de la mañana, en medio de toda la acción, rompieron el cristal de la mesa que estaba más cercana. Aquello fue terrible. La dueña entró en pánico. Dijo que ya no quería que siguieran grabando. Al otro día el productor se movilizó y tuvo que buscar un cristal para reponerlo”.

“En la casa que teníamos escogida como la del personaje del Mayor Alex, un día llegamos a grabar y el dueño decidió que no quería que se filmara más ahí. Tuvimos que explicarle que esa era la casa del protagonista, que no se podía cambiar, y entonces nos dejó grabar solamente en la sala y el portal. No nos dejó pasar al cuarto. Lo que teníamos previsto que se desarrollara ahí, tuvo entonces que ocurrir en la acera”.

Peña reconoce que al espectador no le importan los problemas en el rodaje o en post-producción. “Recibe el producto y luego valora y dice si le gusta o no. El propósito de trabajar con las brigadas era actuar siempre que hubiese un arma de fuego. El que tenga un arma de este tipo no tiene forma de escapar. En una escena se nos perdieron los planos que teníamos grabados con la pistola. Se ve solo un planito. Las fuerzas entran a una casa donde se sabía que había armas. Lo aprovechamos también en esa primera parte de UNO que buscaba el espectáculo”.

Roly afirma que alrededor de la serie existe mucho rumor. Ha escuchado que algunos han dicho que no sale porque está censurada por los contenidos que muestra. Confirma que el dramatizado no salió en el verano por decisión de RTV Comercial, empresa con cuatro programas en transmisión en esa etapa del año. 

Asegura, además, que en algún momento fue un error colocar al mismo tiempo UNO y Tras la huella, “porque después se acabó el policiaco. Y también coincidían los ladrones y los policías interpretados por los mismos actores que, aunque se acabe el trabajo en una serie, tienen que seguir comiendo, de ahí que busquen trabajo en otro programa, y hagan los personajes que les pongan”.

“Los encargados de la programación deben ver los capítulos para darse cuenta de que, estratégicamente, si UNO está creando un héroe con un personaje, y Tras la huella tiene a ese mismo actor en otro rol, entonces no se deberían mezclar, para que no confundan al espectador”.

Casi al final dice que, por el momento, no habrá más temporadas. “No ha habido un interés, no por parte del equipo de realización, sino por parte de otros factores, para que siga la serie. No se ha negociado su continuación. Nadie se ha acercado a pedir su renovación”.

Roly y su equipo, desde hace algún tiempo, se dedican a la realización de audiovisuales históricos.

Día de rodaje (parte del equipo de realización de la serie UNO, entre ellos directores, asesores, editores y guionistas). Foto cortesía de los entrevistados.

Día de rodaje (parte del equipo de realización de la serie UNO, entre ellos directores, asesores, editores y guionistas). Foto cortesía de los entrevistados.

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