Hogar especial para niños afortunados

Yayla es menuda, tiene un andar curioso y carita avispada; se escabulle entre los muebles de la sala, mientras la “tía” –como llaman a las cuidadoras sus actuales hermanos de crianza– le recuerda lavarse las manos. Sabe que es hora de almuerzo y va directo a la silla en la pequeña mesa del comedor.

Machu es la hermanita menor en el hogar. Foto: Casandra Almira Maqueira

Machu, sobrenombre con el cual la tutean, se sienta correctamente y lleva con cuidado una cuchara –a su medida– de un plato al otro y hacia la boca; en tanto, vela que el cabello, rubio y alborotado, no caiga sobre la comida.

A su lado, sentada con la mesura que caracteriza a una madre, disfruta de sus correctas costumbres Maribel Escalante Estévez, educadora con más de 20 años dedicados con placer a la hermosa labor.

Maribel, con más de 20 años en la Educación, siente profundo amor por su labor. Foto: Casandra Almira Maqueira

“Ese constituye uno de nuestros propósitos fundamentales, formar o fortalecer en los menores que recibimos aquí hábitos y valores –dice Maribel al referirse al Hogar de Niños sin Amparo Familiar, donde es subdirectora–; y que se sientan como en casa”.

La morada de la cual habla, de dos niveles y singular arquitectura, se encuentra en calle 28 entre 41 y el bulevar de Nueva Gerona; conviven en ella diez infantes y adolescentes, desde Machu de tres años hasta Enrique de 17.

“Con seis auxiliares pedagógicas contamos para su atención; pasan la mayor parte del tiempo con ellos; asimismo tienen un horario de vida. Además, les confeccionamos un plan de actividades, entre ellas juegos de mesa, salidas y un espacio para el autoestudio”.

Pero, más allá de tal responsabilidad, Maribel tiene otra casa y otra familia: “Vivo con mi mamá y tengo dos hijos genéticos, de 30 y 31 años, que siempre me han apoyado y comprenden el compromiso que representa mi trabajo”, comenta quien inició en el sistema educativo como educadora de primera infancia.

“Entrar aquí fue un reto, por primera vez trataba con niños de diferentes características e intereses; tuve que estudiar y prepararme mucho, mas ello me hace sentir feliz porque –sentencia con total seguridad– es lo que quiero y me gusta”.

Donde un grupo de madres sustitutas se familiarizan con cada historia al punto de sentirlas como propias se ha conformado un hogar. Allí Maribel aprendió a ser fuerte y flexible a la vez.

Es tan grande la importancia de la familia en la formación de los pequeños que ella entrega todo de sí –como el resto del personal– para brindarles el amor, la comprensión… en fin, el acompañamiento necesario a quienes permanecen lejos de sus padres biológicos.

Esos cuidados y atenciones durante este período de pandemia han sido multiplicados: “Ningún niño se ha infestado por covid 19; tomamos todas las medidas y restringimos las visitas”.

En diversos momentos del día hay espacio para el intercambio. Foto: Casandra Almira Maqueira

Cuentan constantemente con un personal de apoyo, más la preocupación de Educación y el Gobierno local, “pendientes siempre a cuanto hace falta, en especial en medio de la actual situación epidemiológica”.

Fundada en la década del ’80 del pasado siglo, un ocho de marzo, esta institución no radicó siempre en el mismo lugar. Diversas han sido las casas donde fueron acogidos los niños que en la Isla de la Juventud llegan desde entonces por causas diversas: huérfanos, hijos de madres internas o esquizofrénicas, casos de abandono o privación de la patria potestad u otras.

La limpieza e higiene constituyen una prioridad. Foto: Casandra Almira Maqueira

En Cuba los hogares para menores sin amparo familiar fueron creados a tenor del Decreto Ley No. 76 en el año 1984 del Consejo de Estado y constituyen centros de asistencia social donde se les proporciona a los niños, adolescentes y jóvenes condiciones de vida semejantes a las de un hogar y los hace afortunados aquí.

El colectivo forma parte de la Educación Especial, que a principios de este mes cumplió su aniversario 60, garantiza el sustento integral de quienes acoge y recibe de manera sistemática donaciones de varios organismos e instituciones sensibilizados con su noble misión.

Esta obra de infinito amor y sacrificio no les permite, por convicción, a Maribel ni a sus compañeras olvidar siquiera el nombre de uno de los “chiquillos” a los que han cuidado y ofrecido atención e incalculable afecto.

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Educación Isla de la Juventud
Casandra Almira Maqueira
Casandra Almira Maqueira

Licenciada en Estudios Socioculturales en la Universidad Jesús Montané Oropesa, Isla de la Juventud

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