Historias para las nuevas generaciones

“Con recuerdos gratos y también amargos guardo la historia de Angola, pero sobre todo con la valentía de los jóvenes. Allí me convencí de lo dicho por Fidel acerca de la juventud cubana, esos muchachos eran leones y los primeros en misiones peligrosas. ¿Quiénes libraron la guerra en Angola? Fueron ellos. Son historias que deben conocer las nuevas generaciones”.

Foto: Marianela Bretau Cabrera

Así dijo Edel Pérez Rodríguez, Coronel de la Reserva de las Far, tras una hora de anécdotas y referencias a la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en la Isla –de la cual es su presidente desde hace 15 años–, en homenaje al 30 aniversario del fin de la Operación Carlota el 27 de mayo de 1991, Día del Combatiente Internacionalista.

Él fue de los que pidió la oportunidad de servir en esa nación. Con 15 años estuvo en el Escambray junto con su hermano en la Lucha contra Bandidos y luego como maestro en las brigadas Patria o Muerte. Renunció a su sueño de ser médico para defender a su país.

“Antes de ir a la misión a Angola era jefe de un regimiento de infantería motorizada, tenía 39 años. Era increíble la cantidad de jóvenes solicitando apoyar en Angola, incluyendo mujeres. Cuando me llega la alegría de servir, me dijeron: ‘Mañana sales para La Habana y al siguiente día a Angola’, iba como Jefe del Estado Mayor de un regimiento en Luanda.

“Teníamos situaciones muy complejas, parte de nuestro personal protegía a los colaboradores civiles cubanos en seis provincias angolanas, la tarea era inmensa, había 50 000 compatriotas de la Salud y la Educación….

“El enemigo realizaba muchas acciones contra las columnas, los puentes; perdimos a varios compañeros en esos ataques nocturnos, la tensión era tremenda. Al poco tiempo me plantean la misión de relevar al jefe del Regimiento, a cargo de 2 000 cubanos, tenía batallones de tanque, de infantería y gran cantidad de armamento, artillería terrestre, antiaérea, protegía la capital de Angola, y acepté la tarea.

“La compañía Caravana era una de nuestras unidades, tuve el honor de dirigirla, aseguraba a las tropas en el sur y el este, a más de 1 000 kilómetros de Luanda, con alimentos, armamentos, combustible… Durante el trayecto había emboscadas, ataques. Esa guerra fue muy cruel en cuanto a las minas, y creó una situación sicológica muy fuerte. La mayoría de las operaciones realizadas eran amputaciones porque el enemigo empleó mucho ese tipo de estrategia y numerosos combatientes perdieron sus piernas.

“Recuerdo cuando fui a restablecer la situación en Kibala, el enemigo tenía cercado el lugar y el jefe de la misión, el General Polo (Leopoldo Cintra Frías), me envía allá y cuando voy al hospital sale una doctora cubana, me abraza y me dice que tenía siete heridos y tres que los gusanos le han comido las piernas y los brazos, me los enseñó y dije: ‘Tengo que evacuarlos a Luanda’ y los enviamos en la avioneta donde llegué”.

Este septuagenario combatiente y líder de la Asociación que aglutina a los héroes de la Patria aquí, luchadores de varias epopeyas, narra con emoción sus vivencias de la guerra en Angola, conocida como Operación Carlota, durante más de 15 años, donde participaron 377 033 patriotas y murieron 2 070. Estas son sus anécdotas más preciadas:

“Tuve la suerte de tener contacto, sin tenerlo, con el Comandante en Jefe, cuando la batalla de Cangamba, porque él se comunicaba todos los días con el jefe de la misión. Fidel dirigió esa batalla, y yo a las cinco de la tarde estaba en el puesto de mando en Luanda junto al General cuando hablaban por teléfono, yo estaba ahí…aquello era inolvidable, con enormes deseos de decirle, aunque sea, ¡Viva Cuba!”, cuenta emocionado.

“Después de Cangamba se decidió movilizar y preparar a los cubanos que llegaran; preparamos a 1 000, quienes luego cubrirían los puentes porque el enemigo quería tumbarlos por su importante papel con los grandes ríos. Tropas de mi regimiento debieron ocupar puentes como el Kuanqui y Delui, en la provincia Malanje.

“A los pocos días se produce un ataque y nos ordenan restablecer la defensa allí, cuando llegamos estaban atacando otro de los puentes que ocupábamos, como cinco batallones de 2 500 hombres contra los 100 nuestros. Dejamos los refuerzos con explosivos y salimos al ataque.

“Íbamos en dos helicópteros con 14 hombres cada uno. La preparación sicológica militar fue muy importante, me dije: ‘Tengo que hacer un papel digno y si muero, lo hago por la Patria’. Cuando llegábamos coordiné con el piloto, de 22 años, cómo actuar, cuándo tirar los cohetes, disparar desde las ventanillas y el tirador de proa con su ametralladora. Nos situamos a 50 metros y empezamos a tirar, aquello era un hormiguero… nos perforaron los helicópteros, uno con 36 impactos y en el que yo iba con 18. Hieren al tirador de proa, de 18 años, lo arrimo a una esquina y me siento en la ametralladora, parecía un león. No pudieron tomar el puente.

“Tuvimos que movernos, pues se salía el combustible por las perforaciones y debíamos volar una hora hacia Malanje, nos esperaba el general Polo, quien ordena buscar a los heridos –eran 11–, los recogimos en dos helicópteros y después a los muertos, fue la tarea más difícil, 25 bajas”.

Tiempo después, al coronel Edel lo evacúan hacia La Habana por sospecha de un tumor canceroso y a los dos meses de estudios resulta ser un problema vestibular, “los médicos me dijeron que no podía regresar, sin embargo, a los pocos días estaba de vuelta en Angola.

“Me encomendaron la creación de un puesto de mando en la residencia presidencial de Angola, el último año lo trabajé con el presidente José Eduardo Dos Santos, hasta octubre de 1985 cuando regreso a Cuba y me confieren las medallas de Servicio Ejemplar a la Patria, Combatiente Internacionalista de Primera Clase y Por la Victoria Cuba-RPA”.

Cuando por estos días se conmemoran 30 años de esa gesta, Edel explica las distintas acciones que realiza la Asociación para homenajear a los participantes en la guerra en Angola: “Aprovechamos el 30 aniversario del final victorioso de la Operación Carlota y el Día del Combatiente Internacionalista para difundir en nuestros medios de comunicación sus testimonios, visitarlos en sus casas, reconocer a estos héroes y a sus familias y como organización compartir con ellos en las comunidades el propio 27 de mayo”.

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