Aquel amanecer del cinco de septiembre de 1957, tres fuerzas revolucionarias confluyeron en la sublevación popular que tomó Cienfuegos por 24 horas en apoyo a la lucha librada por Fidel desde la Sierra Maestra contra la dictadura proimperialista de Fulgencio Batista.
Fuentes documentales consignan que estas eran: unos 60 o 70 combatientes del Movimiento 26 de Julio, grupos mixtos de marinos y milicianos formados en el Distrito Naval del Sur, con sede en Cayo Loco, hoy Museo Naval, y todo un pueblo batallador.
En sus acciones ocuparon el Ayuntamiento, la Jefatura de Policía, la Planta Eléctrica, la Estación de Radio…, lucharon por muchas horas contra los refuerzos del enemigo y sufrieron ametrallamientos indiscriminados de la aviación de la tiranía y cañoneos en tierra. Así resistieron hasta la madrugada del seis de septiembre.
Uno de los integrantes del guardacostas #101 Leoncio Prado y participante en esa heroica gesta fue el joven Héctor Pérez Llorca, quien nació en Isla de Pinos y dejó sus estudios secundarios para abrirse paso en la vida. Trabajó en La Habana, cortó caña en Niquero y al no mejorar su situación ingresó en la Marina de Guerra.
Ese cinco de septiembre de 1957, hace 63 años, Pérez Llorca manejó una ametralladora y vendió cara su vida al recibir un tiro en el cuello cuando estaba atrincherado en el colegio San Lorenzo, a las órdenes del teniente de la Marina de Guerra, Dimas Martínez Padilla.
Pero él vive en el orgullo y la admiración de los pineros y en la sonrisa de los estudiantes de la escuela que lleva su nombre en Nueva Gerona y acaban de reanudar el curso escolar.